Esta noche es Nochebuena...
Y mañana Navidad. Con este canto popular, esta medianoche, muchos malagueños asistirán al recuerdo emocionado y celebración alegre del nacimiento de Cristo. Para unos, un ... buen hombre; para otros, el profeta; para muchos, verdadero Dios y verdadero hombre: Dios hecho carne en las entrañas de una joven nazarena: María.
La noche en la que el pueblo cristiano recuerda el parto de Jesús es una noche buena. Por eso esta noche es Nochebuena y mañana, Navidad, natividad, nacimiento. Celebran los cristianos que Dios con su nacimiento desea hacerse presente en el corazón de cada uno de los malagueños y malagueñas; en el corazón de los más pobres, de los más ricos, de los más desgraciados; de los más alegres, de los más tímidos, de los más solos; de los mejor acompañados, de los más tristes, de los más felices. Dios quiere hacerse presente en el corazón de la gran familia de la humanidad. Una humanidad sedienta de amor, paz y fraternidad.
En este día tan especial deseo vehementemente que el mensaje de amor que destila el Evangelio y la potencia trasformadora del amor que se descubre en Jesús, recién nacido, se instale en nuestras vidas, hogares y corazones. Más allá de la fe de cada uno, urge cultivar el amor; es necesario para ser más pleno amar más y mejor.
A los taxistas, a las monjas, a los románticos; a los presos, a los libres, a los panaderos; a los escultores, a los noctámbulos, a las madres; a los juerguistas, a los médicos, a los policías; a los trabajadores, a los padres, a los enfermeros; a los barrenderos, a los ancianos, a los camioneros; a los misioneros, al camarero, a los maestros... a todos y cada uno de los que están en esta lista, aunque ésta adolezca de lenguaje inclusivo pero no de corrección gramatical y, por supuesto, a los que faltan en ella: paz.
Especialmente paz, porque nadie da lo que no tiene; deseemos paz a los que nos quieren, a los que nos quieren mucho o a los que nos quieren poco o nada; a los que suman y a los que restan. A todos, paz. En Navidad, como afirma el obispo de Málaga, Jesús Catalá, se hace patente un maravilloso intercambio. Quiera Dios que ese intercambio, que nos acerca a la verdad última del ser, sea descubierto por cada uno de nosotros en forma de paz y amor.
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