El nivelito

Basta un vistazo a las redes sociales estos días para ver cómo anda el nivel. Está la peña del Twitter revuelta a cuenta de no sé qué historia en la telebasura y la cuestión es que el pájaro este del 'Sálvame' se ha convertido en el centro del debate. Ahora que el miedo se relaja y se van apagando los aplausos, aparece otra vez la fauna de estercolero para entretener al respetable. Eso es lo que hay.

Así que, visto eso, no sorprende tampoco cómo se las gastan nuestros representantes políticos y sus voceros de trinchera. Las últimas polémicas han estado entre la mofa chulesca al acento andaluz de la ministra Montero y el escarnio a las lágrimas de la presidenta Ayuso en la misa funeral por los muertos del Covid-19. Nada, por supuesto, de plantearse qué va a pasar cuando salgamos ahí fuera sin test ni vacunas a defender el pan, expuestos a revivir la pesadilla en otoño. Total, por no tocarles, sus señorías siguen con sus dietas y privilegios intactos.

Pero quiero pensar que no todo está perdido. Nos queda la dignidad de gente como Margarita Robles, a la que por cierto algunos dirigentes socialistas de Málaga no querían ver ni en pintura por el simple hecho de no tener carné del partido. O del alcalde madrileño Almeida al que, dicho sea de paso, sus adversarios se pasaron meses llamándolo 'carapolla' en esa profundidad ideológica tan propia de estos tiempos.

Y quiero pensarlo, porque dándole pábulo a un tipo que vende mierda a su audiencia o haciendo chistecitos sobre el dialecto de los demás nos iremos al carajo. Y sin duda, con mucho fundamento.