Niños
Cuando los toreros andan en las últimas, se dice que están para una rueda de prensa. La comparecencia ante los medios es lo último a ... lo que debe renunciar un hombre, además de a llevar un buen paraguas y coger un taxi de vez en cuando. Teodoro García Egea fue a dimitir a la tele, que es un sitio como para cesar a Rociíto. Núñez-Feijóo siempre fue el adulto en la sala, papá al borde de la piscina. Luis Miguel Fuentes ya lo llama 'Papá Pitufo'. Significa el final de la nueva política por la que se creía que los líderes serían cada vez más jóvenes. Hasta ahora, cuando viene un gallego con gafas redondas de carey, una cosa como de salir de hacer nueve hoyos en el golf de Fuenterrabía, zurito de cerveza y medio platito de patatas fritas. Sin esquiar, navegar en los mares del bitcoin, ni nada que se le parezca. Feijóo entrando en Génova ayer por la noche remite a un mundo que parecía extinto, de delicioso aburrimiento bipartidista donde a nadie se le ocurría nada, donde la audacia era un defecto y donde en las reuniones de primera de los periódicos el director aún preguntaba: «¿Qué ha pasado hoy?».
Después vino la locura de pensar que los jóvenes tenían la solución a los problemas por el mero hecho de tener menos años. Monedero enseñaba a entender el imperialismo yanqui viendo escenas de 'El rey león' e Íñigo Errejón metía el boli en las tazas de los platós. Hablo de la santificación del niño como portador de una mirada pura y certera que, desprovista de la suciedad del camino que implica la experiencia, ve las cosas como nadie. Esto remata en la niña Greta y la bronca del cataclismo climático y de súbito decae con la prohibición de la publicidad de los alimentos de bollería para no perturbar la paz alimenticia de los chavales, pues se supone que un niño te puede cantar las cuarenta en la sede de la ONU, pero no es capaz de entender un anuncio de galletas. Es la hora de los padres de una España madura. Crecer consiste en darse cuenta de que el padre tiene razón.
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