UNA DE MOVILIDAD
PUES ahora resulta que el considerado vehículo del futuro, el eléctrico, tiene también sus pegas. Al aspecto positivo de no emitir gases a la atmósfera ... y no consumir combustible fósil se le contrapone otro aspecto que, en principio, también era considerado beneficioso, el de no hacer ruido, con lo que se contribuía a disminuir la ya cargada contaminación acústica. El silencio total con el que circulan estos coches ha generado ya numerosos problemas con los peatones que cruzan nuestras calles y que no tienen la percepción de su llegada a través del conducto auditivo. Así que a partir de ahora tendrán que hacerse notar con un dispositivo que permita que se les oiga pero sin llegar al escándalo. Lo del difícil término medio de siempre.
Sería paradójico que en este mundo ruidoso en el que nos invaden los decibelios se multara a alguien por ser demasiado silencioso. Pero todo llegará, seguramente mezclado con otras tantas contradicciones. Acuérdense de la política madrileña que considera la contaminación acústica del centro de la capital de España como un patrimonio propio que no debería perderse.
Se supone que, más tarde o más temprano, habrá que tomar alguna medida parecida con otros vehículos eléctricos como patinetes o similares, que no terminan de ser legislados, y acabar de asignarles las reglas que les corresponden, aunque sí han dado preocupación a los ayuntamientos sobre los lugares en los que se dejan aparcados. Y ya puestos, las bicicletas también son silenciosas y no siempre disponen de carril propio para desplazarse, por lo que es posible que pronto no les sea válido solo tener un timbre para anunciarse.
Lo cierto es que en asuntos de movilidad se han producido muchos cambios en los últimos años por varios motivos, entre ellos las nuevas modalidades de vehículos y el aumento considerable del parque móvil que colapsa mucha de nuestras calles. Pero, siendo sinceros, también el comportamiento humano, sea cual sea la forma de desplazarse, en la que a veces parece que incumplir una norma intencionadamente es más una forma de reafirmarse en la propia personalidad que una chulería que puede poner en peligro la vida de los demás.
Y no nos engañemos, también se dan casos de irresponsabilidad entre los peatones. Si al coche eléctrico no se le oye, a ver qué hacemos con esos viandantes que irrumpen en la calzada con unos auriculares y la vista fija en el teléfono sin prestar atención a nada de lo que les rodea como si las responsabilidades correspondieran solamente a los demás. Por tanto, que cada cual haga su reflexión.
Y en verano más que nunca hay que hablar de los desplazamientos en la Costa del Sol y el tráfico en nuestras ciudades. Llegando estos días se nota un importante cambio en el volumen de vehículos y se vuelven a repetir problemas ya conocidos de años anteriores, empezando por la subida de precios de la autopista para alegrar el patio y ponernos las cosas más 'fáciles'. Después, en los cascos urbanos llegan a repetirse con exactitud viejas anomalías sobre las que podrían hacerse algunas previsiones que paliaran esas situaciones. Por poner solo un ejemplo: en Marbella termina siempre colapsándose la intersección de la avenida Miguel Cano con las de Ricardo Soriano y Ramón y Cajal, en pleno centro, sobre todo cuando el aparcamiento de la avenida del Mar se llena. Los coches se acumulan en una infinita cola que termina afectando a todo el tráfico que circula en dirección Cádiz-Málaga. Y no hay otra vía alternativa. Aquí puede entrar perfectamente el factor humano corrector, o lo que es lo mismo, la intervención de la policía para señalar a los conductores por dónde es mejor circular. Y de paso seguro que pillan a algunos de los aficionados a saltarse los semáforos y los stops, que parece que se reproducen con las calores.
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