Ministros de decepciones
Añorolos tiempos en los que no pasaba nada. Nada significaba nada y las canciones no hablaban del ahora. Ahora, todos los vértices de la realidad ... perfilan un significado y los objetos vienen preñados de metáforas, muchas de ellas moralizantes, que son las peores de todas. No necesitamos moralina; necesitamos vivir de nuevo, aleatoria y despreocupadamente. En la Sesión de Control al Gobierno, por ejemplo, sus señorías arreboladas por una emoción adolescente se esfuerzan mucho en conseguir un tono crucial, acaso definitivo y, encendidas por la dignidad, cuando terminan sus intervenciones, le pegan al micrófono como Nadal a la bola. Ese micrófono, el pobre, es España.
La política funciona como una madeja en la que nada puede analizarse por separado. Pretende la izquierda que las dudas razonadas sobre la prudencia de convocar el 8M tiene que ver con el sesgo antifeminista del que plantea la cuestión. Vamos mezclando debates con la pandemia y sin darnos cuenta parimos artefactos sin sentido, a ver, por ejemplo: «Sola y borracha quiero nacionalizar la Nissan».
El asunto 'marlasko' se está metiendo en agua tapá. Toda esa cosa heroica de Don Fernando está arrastrándose por los suelos con la de otros como Simón, fakir de pandemias y Pedro Duque, pues la política es una picadora de héroes. Ministros de decepciones. Don Fernando está dando más versiones que Ábalos sobre el encuentro con la princesa del Orinoco. Primero dijo que no cesó a Pérez de los Cobos por nada, que era un hombre de trayectoria intachable, más tarde había perdido su confianza y lo había cesado porque es lo normal y la costumbre y él no quería saber nada del informe. Después lo cesó por la filtración del informe y ahora se escuda en que la orden no la firmó él. Si sigue evolucionando en sus versiones, termina metiendo a Pérez de los Cobos en la trena. Después sale Sánchez a sacarle la cara al ministro y confiesa que lo que hace el ex juez es destapar la policía patriótica del PP. Igual alguien podría inferir de todo esto que el Gobierno convierte en sospechoso al que le investiga. Con este escándalo, el presidente pone en duda la neutralidad, no ya de un general, si no de toda la Guardia Civil. Así, queriendo tanto a la Guardia Civil a la manera pédrica, consigue por ejemplo que Rufián -que le sostiene la legislatura- le levante las faldas a la firmeza del Estado de Derecho y le haga una pregunta cargada de invierno: Si Sánchez cree que Pérez de los Cobos no es neutral alrededor de la investigación del 8M, ¿se puede entender que tampoco fue neutral en el octubre catalán? Sánchez no dignifica las instituciones: les pasa la Karcher.
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