De minipisos a minipalacios
La cosa está tan mala que muchos verán los estudios propuestos por el alcalde como mansiones
El alcalde, Francisco de la Torre, lidera la iniciativa del Ayuntamiento de Málaga para construir miles de minipisos de 30 a 40 metros cuadrados, con ... alquileres a precios asequibles. El objetivo es ayudar sobre todo a los jóvenes a acceder a su primera vivienda, de las que, según los primeros cálculos, pueden salir unas 2.000 en los escasos solares que hay disponibles. Poco ha tardado la propuesta en caer en el terreno de la batalla partidista. Ojalá que todo el mundo pudiera disponer de una cantidad sobrada de espacio a su disposición; pero la realidad es la que es, y por eso me parece que la propuesta es razonable.
Sobre todo, porque oponerse a una medida de urgencia habitacional como esta denota un grave desconocimiento de la realidad en la que muchas personas viven en la ciudad, y la crítica resulta incluso elitista. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de que muchos puedan tener un mínimo de espacio vital para empezar a hacer sus vidas de una forma digna.
En Málaga esto de los minipisos está más que inventado: por todas partes aparecen estudios y, últimamente, decenas de locales reconvertidos en vivienda (salen dos o tres de un antiguo comercio, taller u oficina), que se venden por unos 150.000 euros. Por tanto, no estamos descubriendo la pólvora, sino adoptado el formato, pero con un precio asequible de alquiler. Y voy más allá. Compartir piso, que era algo extraordinario hace sólo unos años en Málaga, ahora es habitual. Según la zona, ya se pagan unos 500 euros por una habitación, con dos o tres compañeros más.
Estos últimos son, entiéndase bien la ironía, los que tienen suerte. Por desgracia, cada vez es más habitual que una pareja con algún hijo menor conviva en una habitación de un piso compartido con otras, ya sea padres jóvenes que no se pueden emancipar, con los abuelos,; o personas migrantes, con familiares o compatriotas. Por tanto, en algún caso el espacio privado disponible para dos o tres personas no supera los 20 metros cuadrados.
Por no hablar de los que directamente duermen en naves industriales, en autocaravanas y furgonetas, en campings y una extensa casuística de formas habitacionales que vienen motivadas por el inasumible encarecimiento de la vivienda y la oferta casi inexistente de alquiler. En un mundo ideal, con suelo en abundancia y sin la presión demográfica que soporta Málaga, todas las familias tendrían derecho a un mínimo de dos habitaciones y 90 metros cuadrados. Pero, tal y como está el panorama, habrá muchos que donde pone minipisos lean minipalacios...
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