La enseñanza de Valencia
Si el paso de la DANA por Málaga se saldó sin víctimas fue gracias a la concienciación ciudadana y a la colaboración leal entre administraciones días después de la tragedia de la comunidad valenciana
Qué diferente habría sido todo sin el trágico ejemplo de Valencia. Málaga tomó nota y supo afrontar una DANA que en otras circunstancia habría originado ... un caos en toda la provincia y, quizás, víctimas mortales que hoy estaríamos llorando. El paso de la DANA por Málaga se convirtió en un ensayo general en directo de cómo hay que afrontar una crisis meteorológica de este tipo sin los errores cometidos en la comunidad valenciana, arrollada en su gestión por una lluvia de una magnitud nunca vista. Aquí, la ciudadanía fue advertida con antelación suficiente, asumió las advertencias con responsabilidad y sensatez y las administraciones públicas trabajaron con lealtad institucional y colaboración desde el primer minuto. Lo que al principio parecía un exceso de celo, incluso con dosis de psicosis, luego se demostró que fue una planificación casi perfecta que evitó daños mayores. No es una exageración decir que la semana pasada se salvaron vidas. Así de claro.
Y eso debe llevarnos a reflexionar sobre la importancia de que los poderes públicos realicen su trabajo con responsabilidad al margen de la confrontación política. Hay que destacar que en Málaga todo funcionó como un reloj: fluyó toda la información con eficacia, se suspendieron las clases en los colegios y la universidad, la mayoría de los trabajadores se quedaron en casa y las fuerzas de seguridad trabajaron coordinadas y con eficacia. El vídeo grabado por Salvador Salas en el que se veía a un policía local avisando a los vecinos de zonas inundables para que se subieran a las plantas superiores de sus viviendas se convirtió en un símbolo de esta DANA: previsión, anticipación, planificación y sentido común.
Málaga amaneció el miércoles vacía, con imágenes que recordaban a los tiempos de la pandemia. A primeras horas de la mañana incluso parecían medidas excesivas, pero luego fueron determinantes para que las inundaciones no causaran estragos. No quiero ni pensar qué habría ocurrido en la provincia si la Junta de Andalucía no hubiese actuado con diligencia tras las advertencias de la Agencia Española de Meteorología (Aemet). Fue tal el impacto de todo lo ocurrido en Valencia que tanto los ciudadanos como los políticos tuvieron pocas dudas sobre cómo afrontar la DANA.
Málaga puede felicitarse, sin olvidar a todas esas familias que han sufrido inundaciones en sus casas o negocios. Todo pudo ser peor. Por ello indigna mucho más la forma en la que la que se gestionó la tromba de agua en Valencia pero, sobre todo, la forma en la que las administraciones públicas se relacionaron entre ellas. El impacto de la DANA en la comunidad de Valencia, más allá de la horrible cifra de muertos, es imprevisible y quizá vaya más allá de lo que todos podamos imaginar. Es absolutamente indecente que se hagan cálculos políticos y partidistas y también personales. Nada lo justifica y por ello la indignación de los vecinos. Y sí, quienes respondieron con dignidad y decisión en las primeras horas fueron los voluntarios anónimos llegados desde todos sitios mientras en la Comunidad de Valencia y en el Gobierno de España se hacías cábalas. Pasado el tiempo no hay duda: ante la magnitud de los daños y la necesidad ingente de medios técnicos y humanos, el presidente valenciano Carlos Mazón tuvo que pedir el nivel 3 de alerta nacional y el presidente Pedro Sánchez, aceptarla de inmediato. Lo demás es bla, bla, bla.
La segunda enseñanza de Valencia es que se deben acometer de inmediato y de manera preventiva aquellas actuaciones de infraestructuras para minimizar o eliminar los riesgos de avenidas en la ciudad de Málaga y en el resto de los municipios de la provincia, tomar en serio las predicciones de los mapas de inundabilidad y mantener el nivel de concienciación en la ciudadanía desde las escuelas. Porque en Málaga la actitud de la ciudadanía fue determinante y clave. Además hay que cuidar e invertir en los servicios de emergencias y mantener los trabajos de limpieza de arroyos, alcantarillas y demás medios de evacuación.
Por último, hemos comprobado lo prescindibles que son todas aquellas personas que en los momentos cruciales tratan de desinformar, alarmar sin necesidad o sacar rédito político durante y tras el paso de la tormenta. Fuera con todos ellos. Porque si algo ha demostrado la DANA es que sólo con el trabajo colectivo, la unidad y la sensatez se puede minimizar la furia de la naturaleza.
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