El desafío de diseñar la Málaga del futuro
La ciudad necesita un nuevo impulso que defina su estrategia para no quedar varada en la autocomplacencia del éxito conquistado en los últimos 30 años
Con motivo del comienzo del nuevo curso político, SUR organizó esta semana que hoy termina un encuentro con el alcalde de Málaga, Paco de la ... Torre, con la idea de escucharle hablar sobre la ciudad del futuro. Como siempre, el primer edil hizo un alarde de memoria y de conocimiento sobre la Málaga de hoy, aunque no estuvo tan clarividente a la hora de anticiparse a lo que viene, algo que debería ser clave en cualquier gestión pública y privada. Con De la Torre siempre hay que estar atentos para leer entre líneas, porque es difícil que dé un titular contundente pero sí suelta frases con las que desvelar o, al menos, intuir lo que pasa por su mente.
Si en una entrevista que le hicimos el pasado mes de mayo dijo por primera vez que, en caso de volver a presentarse –«algo que no descarto», dijo–, su sucesor debería ir en la lista, esta vez aportó algo inédito: «Si me animo a seguir será más difícil que esté los cuatro años». Y con esta frase titulamos la portada del periódico de papel y también en la web. En estos últimos meses ha habido un cambio de actitud en el alcalde, que empieza a asumir que el tiempo no perdona. Y quizá también porque ya ha habido alguna conversación al más alto nivel, sin entrar en nombres, para hablar sobre el modelo de sucesión, que necesitará grandes dosis de generosidad por parte del alcalde hacia su partido –el PP, con el que siempre ha mantenido una distancia ambigua– y con la propia ciudad. Debe de ser difícil gestionar todo esto, más aún cuando De la Torre ha convertido su trabajo como alcalde en su modo de vida. Su mayor logro y quizá el más complejo sería, en mi opinión, salir bien y por la puerta grande. Dentro de dos años, de cuatro, de seis o cuando él decida. Pero bien.
Durante el foro demostró que es consciente de que el mayor problema actual es la vivienda y hay que reconocer que tiene puesto todo su empeño –«Dedico la mayor parte de mi trabajo a ello», comentó–, a pesar de que los tiempos y la lentitud de este sector no ayudan a que se visualicen pronto los resultados. De la misma forma, reconoció la importancia estratégica de mejorar la movilidad, porque serán muchos los malagueños que se tendrán que ir a vivir en los próximos años a la periferia de la ciudad o a municipios del área metropolitana y necesitarán un transporte público eficaz. En ambos casos –la vivienda y la movilidad– es imprescindible la colaboración de todas las administraciones –Gobierno central, Junta, Diputación y Ayuntamiento– y eso, en estos tiempos, resulta impensable, cuando no imposible.
Lo que sí parece evidente es que la ciudad, como tantas otras, será muy diferente en los próximos años y que el estilo de vida se deberá ir adaptando irremediablemente a las nuevas circunstancias. El problema del acceso a la vivienda, el aluvión de residentes extranjeros, el nuevo turismo y la complejidad de la movilidad provocarán que dentro de unos años Málaga y todo el entorno metropolitano sean muy diferentes a como los conocemos hoy. El desarrollo y el crecimiento experimentado tienen muchas cosas buenas, pero también algunos efectos no deseados. Y eso hay que asumirlo y, al mismo tiempo, intentar paliarlos. Imagino que en Teruel no tienen estos problemas.
Por eso Málaga necesita un nuevo impulso, como el que tuvo hace 30 años, que ayude a definir una estrategia que evite que la ciudad y su entorno queden varados en la autocomplacencia del éxito conquistado en estos años. Y no se trata tanto de grandes proyectos y millonarios –Guadalmedina, auditorio, nueva Rosaleda, plan Litoral–, la mayoría de los cuales llevan demasiados años enredados, sino de actuaciones quizá más pequeñas, menos llamativas y con presupuestos menos ambiciosos que ayuden a hacer ciudad, a adaptarse a las nuevas necesidades y exigencias y, sobre todo, que permitan a los malagueños vivir mejor en su propia ciudad. Un paseo, un parque, una nueva línea de autobús, un aparcamiento o simplemente un carril bici pueden hacer mucho para mejorar las condiciones de vida. Hay veces que salir a la calle y tener la sensación que la ciudad está 'escamondá' –cosa que no ocurre ahora– aporta más al estado de ánimo que el anuncio de una obra megalómana. Quizá se echan de menos esas ideas innovadoras, imaginativas, transformadoras y disruptivas que hagan ciudad y, sobre todo, ayuden a tener una mejor ciudad. Porque también las formas de gobernar y gestionar las ciudades tienen que evolucionar. Esa inyección de ingenio y creatividad es vital para rejuvenecer la ciudad.
Y ese el el reto con el que se enfrentan los gobernantes y al que debe dar respuesta en los próximos años, por lo que a Málaga se refiere, el propio Paco de la Torre. Benditos problemas, por cierto, porque son el resultado de la transformación y el progreso, inédito y ejemplar, que ha experimentado la ciudad y que la ha convertido en el objeto del deseo de ciudadanos de toda España y Europa. Por algo será. Ahora, sin embargo, toca cargarse de energía y pasar de la teoría a la realidad.
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