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Los lobos, el miedo y la envidia

FRANCISCO APAOLAZA

Jueves, 8 de marzo 2018, 07:44

España se comporta en ocasiones como si condujera en un atasco. Me lo dijo ayer de Twitter Fernando Gomá, que es un poco notario y ... otro poco personaje de una novela de caballería. A veces resuena esa España inmemorial del garrotazo que pintó Goya como si la hubiera dejado suspendida en el aire y aún resonaran los tiros de los fusilamientos del Dos de Mayo. Esa penumbra nos persigue como la sombra de un país que se acecha a sí mismo; es pólvora, es sangre y es látigo. Un monstruo amenaza desde los altillos polvorientos del odio. Ahí, al fondo duerme una bestia que despierta con la felicidad ajena. El triunfo en España siempre está amenazado, siempre está acosado, siempre se termina por cobrar. En el país de la tapa servida con la cerveza, el éxito se paga doble. Entre la oscuridad de la linde del bosque se iluminan aquí y allá los ojos fluorescentes de los lobos: se presiente la rabia de los que no han sido, de los que no lo han hecho, de los que no serán. Siente uno que están ahí y sabe que tarde o temprano llegarán a rodearle. Casi se presiente su rabia callada, su plan para derribar a la presa. A veces casi se nota su respiración caliente, su hocico húmedo de babas en las pantorrillas.

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