El lobo
Se vuelve a menospreciar la inteligencia de la ciudadanía
La estrategia parece clara. Que viene el lobo. Pedro Sánchez quiere los votos desperdigados que hay a su izquierda y renuncia a recoger los del ... centro. La maniobra no es nueva. Hubo un dóberman. Susana Díaz se empeñó en darle alas a Vox anunciando que venía ese otro perro. Lo que consiguió fue aupar a Moreno Bonilla a la presidencia de la Junta. Pedro Sánchez va más allá. Unifica al PP con Vox. De esa soldadura no puede salir nada bueno. Ni para su partido ni para el sosiego general.
Campaña arriesgada. Se vuelve a menospreciar la inteligencia de la ciudadanía. Eso ha llevado al PSOE a perder muchos votos en las elecciones del domingo. Patada interpuesta al gobierno central en el trasero de los lambanes y alcaldes solventes. Haber pensado que las escandalosas contradicciones del consejo de ministros iban a ser borradas de la mente de los electores con una gran tómbola de interrrail para jóvenes, cine barato para viejos y pisos a discreción, supone una clara infravaloración del juicio de la ciudadanía. Hasta Arnaldo Otegui ha tenido que salir pidiendo que se deje de tomar al electorado por bobo. De modo que no, los ciudadanos saben que PP y Vox son partidos con una visión social distinta, política de género distinta y un europeísmo radicalmente distinto. Asegurar, como ha hecho la portavoz socialista Pilar Alegría, que PP y Vox son el mismo monstruo con dos cabezas supone reincidir en esa negación del discernimiento del ciudadano.
Trinchera verbal. Pedro Sánchez, para jalear a su hueste cesante, afirmaba que la derecha extrema y la extrema derecha, PP y Vox, hablarán de pucherazo si pierden las elecciones y tratarán de encarcelarlo. Panorama bananero. Un panorama que ha ayudado a dibujar gente como González Pons y la inefable Díaz Ayuso. Más le valdría a Núñez Feijóo controlar en sus filas esos desmanes tan nocivos, tan peligrosos, para la credibilidad del sistema democrático. Controlar a Díaz Ayuso parece un oxímoron. Y lo será mayor en la campaña que ya está en marcha. Pero si se pretende que todo no sea fango, que todo no sean perros rabiosos ni espumarajos no bastará con que Feijóo renuncie a fotografiarse con Vox, sino que algunos de los suyos dejen de comportarse como si fueran de Vox. Por su lado, Sánchez y su coro tendrían que seguir el consejo que da Alfonso Guerra: «La campaña tendría que implicar un cierto grado de rectificación de la estrategia que ha llevado a la derrota de los socialistas». Cosas -el freno de Feijóo y el consejo de Guerra- difíciles de conseguir. De modo que lo que nos espera es un aguacero de improperios. La llegada del lobo se anuncia como único programa electoral.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión