Jugar y juzgar
La política en España está en el adjetivo. Falsa, despiadada, engreída, aprovechada, iletrada, corrupta. Esta semana EH-Bildu ha recuperado la alcaldía de Pamplona gracias ... al apoyo de los cuatro concejales socialistas del consistorio. Joseba Asirón ha sido investido de nuevo tras prosperar la moción de censura contra Cristina Ibarrola de UPN. No hay que ser un analista político avezado para interpretar que este acuerdo estaba ya preparado y que se pospuso entonces para que no influyera negativamente en las aspiraciones electorales del PSOE. Ahora, con la investidura de Pedro Sánchez ya cerrada y el gobierno de María Chivite sostenido por la izquierda abertzale, no tienen que esconderse más. La cesión de Pamplona a EH-Bildu por parte del PSOE, cuando negó esa posibilidad de acuerdo setenta veces siete, es el hecho relevante y noticiable que cualquier alumno de Periodismo distinguiría sin demasiado esfuerzo. Pero para nuestra sorpresa, el equipo nacional de opinión sincronizada, decidió poner el foco en unas palabras desafortunadas e intrascendentes de la alcaldesa saliente. Como tuiteó Miguel Ángel Idígoras de TVE, «hay un periodismo que trabaja a destajo para convertir la anécdota en noticia y eludir así la verdadera noticia». ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Ahora uno entiende los rocambolescos premios que no hace mucho concedió la Asociación de Periodistas Parlamentarios. Entre los nominados estaban Merche Aizpurua en la categoría «la mejor relación con la prensa», o el mismísimo Gabriel Rufián en la de «mejor orador». Indignante.
El periodismo debería ser un ajuste de cuentas con la verdad. Su función de contrapoder sólo la puede ejercer desde la independencia y el rigor en la crítica. Jorge Guillén le dijo a Paco Umbral en sus inicios en Madrid: «No se puede al mismo tiempo jugar y juzgar».
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