Jugadas repetidas
Acostumbrados como estamos este año a vivir campañas electorales continuadas, con repeticiones de las jugadas, quizás hemos codificado ya en nuestro cerebro algunos mensajes de ... tal manera que, a fuerza de escucharlos una y otra vez, nos dan poco pie a la reflexión. Los políticos de los distintos partidos insisten en propagar tres o cuatro epígrafes que definan su posición y que terminan por formar parte de una paisaje que no se mira. Es como si no oyeras las campanas de la iglesia que tienes junto a tu casa. Al principio te parece que suenan demasiado fuerte pero con el tiempo ni siquiera te das cuenta de que siguen allí cumpliendo su función.
Algunos mensajes que se envían a los ciudadanos con la intención de captar el voto vuelven a sonar monótonos y no llegamos a acordarnos cuando comenzamos a oírlos. A veces es difícil saber si cuando se hacen referencias a determinados asuntos, aunque sean superficiales, se olvida que ya fueron trillados en ocasiones anteriores sin que después se produjese algún tipo de novedad o si se hace conscientemente pensando que los que ya no se acuerdan son los destinatarios de los mensajes.
En estos días de campaña hemos podido ver algún anuncio propagandístico en el que se pide el voto para un partido asegurando que con ellos se cambiarán las infraestructuras de la Costa del Sol y que se conseguirá el tren litoral tan demandado en algunas poblaciones. Así, sin entrar en mas disquisiciones y sin tener en cuenta el historial de despropósitos políticos que hay detrás de este asunto y el nivel de escepticismo existente entre quienes siempre han estado convencidos de que el ferrocarril era una solución al problema del transporte.
La desesperanza que terminó anidando en el ánimo de muchos ciudadanos no va a desaparecer con repeticiones de eslóganes puntuales durante el tiempo electoral, porque lo visto hasta ahora es que nadie quiere asumir la realización de una obra tan costosa que, conforme va pasando el tiempo, va subiendo sus costes y es más complicada llevarla a cabo. Al menos sería de agradecer no echar leña al fuego recordando que el problema está ahí sin una perspectiva de solución. A veces parece que los anuncios publicitarios se hacen desde una central de producción que se fija en esos eslóganes repetidos sin conocer la realidad y las sensibilidades de las distintas zonas electorales.
Claro que es mucho peor una práctica cada vez más frecuente antes de unos comicios que es la deformación que hacen algunos de las noticias en las redes sociales. Amparándose muchas veces en el anonimato, o incluso sin hacerlo, se utilizan frases fuera de contexto o imágenes falsas para crear una situación ficticia con el único propósito poco edificante de hacerle daño a candidatos no deseados y aprovechar la situación para sus partidarios. Les falta declarar sin ningún pudor «es la guerra, imbécil».
Como suele ocurrir cuando se trata de elecciones nacionales, y dado el panorama político del país, algunos asuntos que forman parte de las estrategias de los partidos suelen acaparar toda la atención y apartan muchos otros más cercanos a la ciudadanía que esperan una estabilidad en el gobierno para ver si se les mete mano de una vez. Muchos de esos temas llevan desde hace tiempo colgado el sambenito de tener que esperar porque existe un gobierno en funciones, aunque desde las agrupaciones locales de los distintos partidos se insista en propagar que los suyos sacarán adelante algunos proyectos pendientes, como playas, espigones, asuntos sociales y otros. Ahora está por ver que es lo que pasará después del próximo domingo, cuando se abran las urnas para saber con que armas dispone cada uno para buscar un gobierno estable. Lo malo es que se repitan las jugadas de los últimos meses.
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