JUBILACIÓN
Uno cree que algunas cosas nunca van a llegar. Que sólo les suceden a los demás. Que falta mucho, en cualquier caso. Pues no: todo ... llega, a veces no en el momento adecuado pero llega. Y lo que les ocurre a otros, también a nosotros. Dicen que no se experimenta en cabeza ajena. Esto es, evidentemente, una exageración porque nadie puede presumir de haber adquirido la pléyade de conocimientos y experiencia que termina poseyendo a lo largo de los años por vivencias exclusivamente propias. Lo que sí es cierto es que somos capaces perfectamente de distinguir entre lo propio y lo ajeno, de apreciar donde empieza y donde termina el ser. Todos, quien más, quien menos, nos sentimos especiales y somos conscientes que ocupamos un lugar en el mundo distinto y diferente del que corresponde a los demás. Son las limitaciones que impone la materia y que se resaltaban en el Evangelio de hace un par de semanas transcribiendo la maravillosa respuesta de Nuestro Señor a los tontorrones de los saduceos sobre la reincidente viuda que se carga a siete hermanos. No era negra la viuda: era retinta. No quiero seguir por este camino de filosofía barata y teología sino referirme a un suceso de próxima ocurrencia en Marbella. Suceso que se une a la ristra de circunstancias que no son del gusto de todos. Porque me imagino que habrá alguien, que no tengo el placer de conocer que estará contento con la formación de esta coalición de gobierno que empieza tan cariñosamente entre los protagonistas. Tengo que remontarme a la imaginación porque, de verdad, no me he topado con nadie que aplauda la figura, salvo aquellos que se reparten el botín, los ministerios, las secretarías de estado, las diversas sinecuras con las cuales soñaban hace tiempo pero nunca imaginaban que conseguirían. Dicen que hay que tener amigos hasta en el infierno, no sé si cumplo pero sí tengo varios en esas filas y no los veo muy contentos. A lo mejor es que me miran con compasión.
Repetir que jubilación viene de júbilo es una simpleza. La Academia la define de manera inteligente: comenzando con la sempiterna de referencia al verbo: acción y efecto de jubilar o jubilarse, siguiendo con la acepción favorita y más usada: pensión que recibe quien se ha jubilado: Recalca a continuación que el significado de viva alegría, júbilo está en desuso. ¿Por qué será? Hay varias explicaciones posibles. Quizá porque ya no se estila el júbilo. ¿Quién puede estar tan feliz con las noticias con las que nos bombardean cada día? Que el Brexit, que los cortes de carretera, las quemas de contenedores, los juicios que se trasmiten por televisión, lo incierto del futuro, la bolsa, el déficit, la inminente subida de impuestos, el cambio climático, la «acqua alta», la inseguridad creciente dan poco de sí. El consuelo que nos queda es que debemos aprovechar lo que tenemos porque todo tiene tendencia a empeorar. Necesitamos para sobrevivir una inyección cotidiana de «optimilina» una droga que, lamentablemente, no se expende en farmacias.
Bueno pues, no alegrarse todavía, no es que me jubile yo y suspenda mi hebdomario machacar a la buena literatura. No, algunos no nos jubilamos nunca quizá porque no sabemos hacer otra cosa y nos refugiamos en el trabajo para no tener que enfrentarnos con lo auténticamente importante. No, quien se jubila es mi amigo Rafael, heredero de la tradición notarial del más rancio abolengo y que tanto ha hecho por el progreso de la Costa del Sol. Desde mi añorado Luis Oliver al que tuve la suerte de conocer, tratar y viajar con él pasando por Juan de Dios, José Luis, Manolo que, por imperativo legal, tuvieron que pasar a retiro cuando estaban en la flor de la vida. Pues lo mismo sucederá en estos días con una persona que desarrolla una actividad y ocupa un lugar que será muy difícil de rellenar. Ser notario no es fácil. Vencida la oposición que aprueba el diez por ciento de los postulantes, no más, se ejerce en dos facetas que no son siempre sencillas de combinar. Se es funcionario –de allí viene la exigencia del retiro- y también se es profesional. Un funcionario que tiene todas las obligaciones que se impone a la clase, obligaciones que no han hecho más que aumentar en los últimos años, pero que no se les retribuye como a tales. Y como profesional se le transforma, como a todos los demás, Abogados incluidos, en empresarios con lo que aquello significa.
Sólo se sobrevive a esa dicotomía gracias a la calidad humana.
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