Borrar

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Desde que en el año 1927 la empresa 'Automóviles Portillo' obtuviese la concesión para el transporte de viajeros entre Málaga y el Campo de Gibraltar, la parada de Marbella, y la correspondiente venta de billetes, se ha ubicado en tres ámbitos urbanos diferentes. Primero en el Paseo de la Alameda, junto al Café Bar 'La Jaula', donde también contaban con una caseta para la venta de pasajes y una campana que, durante muchos años, hacía sonar, para indicar la llegada y salida de autobuses, Juan Sánchez 'el Latero', al tiempo que vociferaba el punto de procedencia o destino. El 'Latero' fue un personaje muy popular en Marbella durante décadas y llegó a dejar una grabación sonora en la que reconstruía su cometido. Cuando en 1967 se desmantela 'La Jaula', se construye una estación sobre parte de la 'Huerta del Calvario' que, con el crecimiento de la ciudad y el aumento masivo de la llegada de turistas, muy pronto comienza a presentar síntomas de agotamiento. Habría que esperar a la década de los noventa para que se levantase la actual estación de autobuses al norte de la ciudad. De la memoria colectiva de Marbella, posiblemente una de las ciudades con más flaca memoria y con mayor ausencia de señas de identidad, ante la indolencia cronificada de su población, ha desaparecido el 'Café Bar la Jaula'. Formó parte de la fisonomía de la Alameda desde el año 1904 cuando le fue concedida la concesión, sobre terreno público, a don Juan Sánchez Orfila, concretamente con fecha quince de abril; volvió a ser regulada por el Reglamento de Bienes de las Corporaciones Locales de 27 de mayo de 1955. Los herederos de Juan Sánchez continuaron con el negocio hasta su cierre, estando al frente en el último periodo Andrés Sánchez Cantos. En el otoño de 1960 los propietarios de 'La Jaula' solicitaron del Ayuntamiento autorización para el traslado de ubicación al sur de la Alameda, mediante la permuta de terrenos. La corporación constató el carácter de titularidad pública de la superficie que ocupaba, decidiendo, antes de adoptar ninguna decisión, solicitar toda la documentación a los herederos, así como un informe jurídico al secretario de la corporación. El funcionario certificaba que se trataba de suelo público y que, amparándose en la legislación existente, el Ayuntamiento podía dejar sin efectos la concesión. Sin embargo, para compaginar la preocupación del Ayuntamiento por el «carácter antiestético de la construcción en uno de los más bellos parajes», con los derechos adquiridos por los propietarios de la industria, el ayuntamiento podría plantearse una nueva concesión en otra zona de la Alameda, sin desechar la correspondiente indemnización. Resaltaba el secretario que en caso de optarse por la incoación de expediente para nueva concesión sobre terrenos de la Alameda, la corporación debía revocar el acuerdo de 23 de septiembre de 1957 en el que se prohibía la instalación en lo sucesivo de obras de carácter fijo en la misma. Analizado pormenorizadamente este informe del secretario, la corporación decidió, en febrero de 1961, dejar sin efecto por interés público, la licencia concedida a don Juan Sánchez Orfila en 1904. Los propietarios, una vez que se procediese al derribo de 'La Jaula', serían indemnizados con veinte mil pesetas, que era la cantidad en que se valoraba la construcción; quedaba para aprovechamiento de los propietarios los materiales resultantes del derribo. Acordaron tramitar expediente de concesión de cien metros cuadrado de dominio público en la zona sureste de la Alameda para la construcción de un café bar y una oficina de expedición de billetes para Automóviles Portillo. El proyecto debía ser redactado por el arquitecto asesor municipal y los peritos técnicos debían cuantificar la indemnización por cese de industria a los propietarios. Para los fines previstos, y por una sola vez, acordaron dejar sin efecto el acuerdo de 23 de septiembre de 1957. La verdad es que el caso de 'La Jaula', ocupando parte de la Alameda con instalaciones fijas, no fue único, ya que también, dependiente del Patronato Virgen del Carmen, el arcipreste don Rodrigo Bocanegra situó con carácter estable un quiosko en la zona para vender los productos cerámicos y de esparto del Patronato. Cuando el pleno municipal se ocupó del asunto 'La Jaula', era teniente de alcalde de la corporación que presidía don Ricardo Lucena, don Andrés Sánchez Cantos y el autor del informe el secretario don Rafael Nasarre. Sobre 'La Jaula' permanece la memoria de los testimonios fotográficos y la de aquellos ciudadanos que llegaron a degustar su café elaborado con maquinaria italiana de vanguardia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios