Disparates
A la última ·
Hace 15 días, participé en un disparate llamado SiberianaHace 15 días, participé en un disparate llamado Siberiana. El desvarío consiste en que una docena de personas, llegadas desde toda España, debaten en un ... escenario sobre literatura y naturaleza, con temperaturas de entre 30 y 40 grados, en la plaza de Tamurejo, el último pueblo de una comarca llamada La Siberia Extremeña por culpa de los viajantes de comercio de hace cien años, que la bautizaron con este topónimo ruso al constatar su alejamiento e inmensidad.
La Siberia es otro despropósito, esta vez administrativo, porque cuando se establecieron las provincias en 1833, se partió de la base de que ninguna comarca española estaría a más de un día de viaje de su capital de provincia. Pero en La Siberia está el pueblo español más alejado de su capital: Helechosa de los Montes, a 235 km de Badajoz. Era tanta la distancia, que el primer autobús que unió Helechosa con el mundo se llamaba La Milagrosa porque llegaba, cuando llegaba, de puro milagro.
En Siberiana, me tocó debatir sobre un tema tan enorme y absurdo como «Los colores de las tierras de España» con Sergio del Molino, famoso en toda la nación por habernos regalado y explicado el concepto «España vacía». Hablamos de pueblos y ciudades, de ruralidad e identidad, de carlismo, de fronteras, de destierros… A La Siberia desterraban a los anarquistas; a Las Hurdes, a los sindicalistas; a Jovellanos lo desterraron a Baleares y a Unamuno y a Durruti los mandaron a Fuerteventura. En Tamurejo, bajo el campanario de la iglesia, cerca de la medianoche, mientras crotoraban las cigüeñas, Del Molino y un servidor reparamos en el último desatino: los lugares de destierro de ayer son los destinos de las vacaciones de hoy.
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