Estamos viviendo una breve campaña electoral; tampoco tendría motivos para ser más larga puesto que hace unos meses ya nos expusieron, como siempre, los respectivos ... programas para no ser cumplidos y con el olvido de todas las promesas referidas a Marbella. Seguimos votando porque es una de las esencias de la democracia y porque el electorado acostumbra a ser más responsable que los candidatos; los mismos que la vez anterior, al margen de haber demostrado su incapacidad. Aburre volver sobre este asunto; es mucho mejor tomar el aire y la brisa del mar recorriendo el Paseo Marítimo, vía de comunicación de la ciudad con Puerto Banús. Hace poco, alguien me contaba que, cuando llegó a Marbella, uno de los aspectos que más le llamó la atención fue el poder divisar, en los días muy claros, las montañas de África y el Peñón de Gibraltar. Cuando contaba fuera esa circunstancia, no le creían. Hasta final de la década de los ochenta del pasado siglo, el Paseo Marítimo de Marbella no llegaba más allá de las cercanías del Gran Hotel don Pepe. Durante años, a lo largo de todo el recorrido, existía una pérgola albergando plantas ornamentales en la parte superior. Las distintas bajadas a la arena conectaban con los espigones transitables; aquellos que fueron desmantelados sin ningún argumento que convenciera al vecindario y cuya reposición es una de las actuales promesas, de momento incumplida. El proyecto del Paseo Marítimo se aprobó en pleno celebrado el 31 de marzo de 1964, siendo alcalde don Antonio Lizarza Iturrarte y Secretario don Rafael Nasarre. El proyecto fue redactado por el ingeniero de canales, puertos y caminos, don Enrique Franquelo Ramos. La documentación presentada contenía un presupuesto de ejecución, ascendiendo el de contrata a diez millones, trescientas cincuenta y nueve mil, doscientas sesenta y una pesetas. Se incluía relación precisa y valorada de las fincas que iban a experimentar ocupación permanente de parte de su superficie, con un coste total de un millón cuatrocientas cuarenta mil pesetas. La redacción del proyecto costó ciento ochenta y cuatro mil, novecientas treinta y cinco pesetas. En realidad se trataba de una nueva redacción del anterior proyecto aprobado en mayo de 1962, necesario para adaptarlo al de embovedado del Arroyo de la Represa y al Plan General de Ordenación Urbana que se redactaba en 1964, por el arquitecto madrileño Sánchez de León y que sería aprobado en 1968. El interventor de fondos de la Comisión de Turismo, Obras y Ordenación Urbana, comunicaba la inexistencia de crédito en el presupuesto ordinario, por lo que habría que establecer uno extraordinario, donde figuraría como ingresos el preceptivo crédito que habría de arbitrarse, de acuerdo con la Ley del Suelo de 1957. Dado el interés general que representaba la construcción del paseo, se aprobó por unanimidad, acordándose que, en su momento, se abriría un concurso público para asignar la obra a la empresa constructora más adecuada. Se imponía la exacción de contribuciones especiales con motivo del aumento de valor y beneficios que experimentarían los propietarios de las fincas afectadas por la obra. Hubo que redactar las bases de reparto y constituir la asociación administrativa de contribuyentes. La cantidad a repartir no podía exceder del treinta por ciento del coste total de la obra. Tardaría unos años en ejecutarse el proyecto y representó un antes y un después en la fisonomía de la marina de Marbella. Por ejemplo, la desaparición de la escuela del Pósito de Pescadores Virgen del Carmen. En torno al paseo surgieron nuevas edificaciones que fueron superando con creces las tradicionales alturas de Marbella. Ya se contaba con el antecedente a finales de los cincuenta de la promoción de Rafael Zea 'Torre de Marbella' , con nueve plantas. En los sesenta, incomprensiblemente, la Junta Provincial de Urbanismo autorizó el mastodóntico edificio Mediterráneo, junto a 'El Fuerte'. El cine nos dejó testimonio de la época. Se encontraban en construcción los edificios 'Valdecantos', cuando Marbella acogió el rodaje de la película protagonizada por Manuel Benítez 'El Cordobés', 'Chantaje a un torero'. Un recién inaugurado Paseo Marítimo aparecía en la película, gestada por Pedro Masó en el hotel don Pepe, 'El turismo es un gran invento'. Durante décadas, el paseo marítimo estuvo abierto en buena parte de su trazado al tráfico rodado, como se mostraba en la película de Miguel Hermoso 'Marbella, un golpe de cinco estrellas'. Sigue siendo un privilegio poder ver, de vez en cuando, las costas de África en el horizonte.
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