LA FRIVOLIDAD DEL LENGUAJE EXTREMO
EL FOCO ·
¿Las chicas españolas deben tener miedo cuando salen por la noche o, sin embargo, sentirse seguras por la suerte de vivir en uno de los países con menos criminalidad del mundo?Cualquiera con hijas o mujer que leyera el periódico durante dos días seguidos podría haber pensado que es una faena nacer con ovarios y, si ... se tienen hijos varones, también era lógico que se pasara por la cabeza que es un horror haber parido a individuos insensibles que se dedican a acosar y faltar al respeto a la mitad de la humanidad. Menos mal que en estos días Los Meconios, hombres, han sacado una versión masculina, Papá, del Mamá de Rigoberta Baldini, reivindicando parte de lo bueno de tener un padre, para que los pongan como un trapo desde el feminismo profesional. Las trabajadoras con nómina en el sector de la queja femenina, que nada tienen que ver con las creyentes en el feminismo de la igualdad de oportunidades que nació en el XIX y que predicaron con el ejemplo de trabajar donde antes no podían, siempre encontrarán estudios para mantener lo fatal que estamos las mujeres. Nunca serán suficientes los avances para ellas. Por supuesto, silenciarán cualquier otro informe que diga que nacer hombre no es la panacea. Hablamos, por ejemplo, de un estudio europeo en el que expertos de varias universidades certificaron, tras el envío de miles de respuestas a ofertas de empleo, que se discriminaba más a los hombres para trabajos típicamente femeninos que a la inversa. No habrán leído titulares con él, más allá de alguna reseña en un blog de sociología. Tampoco parece interesante estudiar por qué hay mujeres jóvenes que siguen encontrando atractivos a hombres ricos y ancianos, igual que algunos hombres priman el físico de ellas.
Cuantos menos obstáculos encuentran las mujeres por el hecho de serlo, más se exagera en el uso del lenguaje para describirlos. Es un empeño notable por demostrar que el uso del lenguaje es capaz de crear una percepción de la realidad que acaba por modificar a esta. ¿Las chicas españolas deben tener miedo cuando salen por la noche o, sin embargo, sentirse seguras por la suerte de vivir en uno de los países con menos criminalidad del mundo? Las queremos con miedo aunque, a la vista de la alegría que pude ver el otro día en la entrada de una discoteca de playa en Torremolinos, no parece que, afortunadamente, se esté consiguiendo. Por ahora, la realidad lúgubre se les resiste. Pese a lo que decía en una entrevista hace unos días Angelica Cuenca, responsable municipal del programa de violencia de género de Málaga, sobre lo de que llevar las llaves del portal en la mano de madrugada para entrar rápido si eres chica: «Es una putada porque sales para estar relajada y pasarlo bien. No para estar pendiente de la copa, de que digan, de que toquen, de que si hay un taxi a esta hora, de que si alguien me está siguiendo...». Si salir de noche fuera eso, no sé quién querría hacerlo, la verdad. La cola del chiringuito de Torremolinos estaba llena de chicas alegres con caras de querer horas de baile y juerga.
Antes de esa descripción deprimente, Cuenca había calificado de «profundamente machista» a la sociedad española, cuando nuestro país siempre está entre los mejores del mundo para ser mujer en el índice que elabora la Universidad de Georgetown. Hubiera sido interesante compartir esa afirmación tan categórica con una niña afgana sin escolarizar y, sí, ya sé que las feministas profesionales suelen contestar a eso con un «a mí qué», gran ejemplo de sororidad internacional. Hemos empeorado un poco, sin embargo, en la percepción, no en los datos, de la seguridad, según el índice de Georgetown. Es todo cuestión de ponerse, total, como decía Cuenca, se trata de que haya más mujeres que sean conscientes de esos peligros -que «transiten el feminismo» decía ella- para sentir «ira, malestar y frustración» al constatar que se debe ser más prudente que un hombre para llegar, como dice Irene Montero, sola y borracha a casa. No sabemos si siente lo mismo al comprobar que suelen ser mayoría las mujeres que, al sentir miedo ante un ruido extraño en una casa y en convivencia con un hombre, acuden a él para que realice las averiguaciones.
Cuantos menos obstáculos encuentran las mujeres por el hecho de serlo, más se exagera en el uso del lenguaje para describirlos
Lo de Angélica Cuenca fue el lunes. El domingo, en un reportaje sobre las relaciones de pareja 'on line', se calificaba de «violencia» el que algunos macarras dijeran a unas chicas que tenían que irse a fregar a sus casas. Cuando todo es violencia, nada lo es. Cuando todo es racismo y fascismo, nada lo es. No nos damos cuenta de lo peligroso que es devaluar el significado de esas palabras. El enorme daño que se hace a las víctimas de verdad frivolizando de esa manera. Porque calificar de violencia una frase estúpida fácilmente contestable es una frivolidad. Igual que lo es decir que España es profundamente machista, una afirmación que no aguantaría la mínima comprobación de los que califican solo de 'fake news' lo que se ajusta a su discurso ideológico.
En el mismo reportaje, se constataba el surgir de unos chavales reaccionarios que se meten 'on line' con las chicas que presumen de feministas en sus redes sociales. Estaría bien más reportajes que hablen con ellos, no sobre ellos. Que les pregunten sobre cómo se sienten cuando ven iniciativas académicas para fomentar vocaciones científicas en ellas y nadie se ocupa del fracaso escolar masculino. Que indagen en qué sienten cuando se penalizan agresiones físicas en el colegio protagonizadas por ellos y pasan desapercibidas jugadas de acoso psicológico de ellas, que hacen muy bien el vacío a algunas compañeras. Cuando se resalta que son ellos los que controlan el móvil y se pase de puntillas por el hecho de que también hay muchas chicas que reprochan el tiempo que le dedican ellos al deporte u otras aficiones. Qué se consigue con una canción que dice 'El violador eres tú'. Reaccionarios. El feminismo profesional irá alertando cada vez más sobre estos chavales y no se preguntará qué está pasando. Redoblarán los esfuerzos para que todo sea calificado de violencia y las chicas tengan miedo. Las querrán a todas víctimas. Así que, cuidado con el lenguaje. No todo es machismo ni violencia ni miedo.
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