El fracaso de la política
La política inventa sus éxitos y obedece a sus fracasos. El triunfo está vacío. En la derrota hay memoria y regurgitación, se cierra la puerta ... por dentro. La victoria es una ventana abierta con una frágil cortina que la protege.
España es el fracaso escrito por los secesionistas. La realidad histórica que no cabe en una barretina o en una chapela. La madrastra que llena sus bolsillos y limpia la casa del señorito. En Zapatero encontró a su mejor aliado, y en Pedro Sánchez a su mayor protector. Esta semana asistimos con estupor a la aprobación por el pleno del Congreso de los Diputados de la Ley de amnistía. PSOE, SUMAR, ERC, Junts, PNV, EH-Bildu, el grupo mixto con Podemos, BNG y Ábalos votaron a favor del desencuentro de los españoles y su marco de convivencia, olvidando los gravísimos delitos de una clase dirigente secesionista escondida en la niebla de Waterloo, el frío suizo y los sótanos de Barcelona. Perpetraron una traición a nuestro Estado de derecho, que difícilmente puede defenderse ante tanta afrenta. Padece de reumatismo democrático, ya que los contrapesos al poder Ejecutivo no pueden ejercer con eficacia su función. La Justicia en demasiadas ocasiones no sólo tiene una venda en sus ojos, sino que muestra sus manos atadas y su vigor debilitado. Entre continuas denuncias de 'lawfare' por parte del bloque de la amnistía, los jueces sueñan con convertirse en los David democráticos que puedan vencer al gigante Goliat contrario a la convivencia y la legalidad. No hay mejor pacto que el que une a los perdedores y deudores. Es muy preocupante comprobar la existencia de un Estado paralelo dentro del nuestro, capaz de señalar a personas concretas por boca de la titular de Hacienda o cobijar la corrupción sin disimulo.
Pedro Sánchez ha estado a la altura de su fracaso en estos días de terror legislativo.
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