Un Estado destrozado... ¡y no pasa nada!
La política española está mal de la cabeza. Todo es un sinsentido, se mire por donde se mire. El Gobierno de Pedro Sánchez ha sometido ... al país a un estado de convulsión permanente, donde por desgracia ya se asume todo como algo normal. Como si no pasara nada. No es normal que el día que el fugado Puigdemont reapareció en España, dio un pequeño mitin y se volviera a escapar y nadie, absolutamente nadie del Gobierno, diera la cara. Actuó como si aquí no hubiera pasado nada. Lo normal, lo decente, hubiera sido que el ministro del Interior ya no lo fuera a día de hoy, porque no puede seguir en el cargo un dirigente al que un fugado desde hace años le anticipa que va a volver, que instala un escenario para hablar, que habla, que se pasea rodeado de un grupo de políticos y no sean capaces de detenerlo. El CNI también se ha cubierto de gloria, salvo que haya tenido instrucciones, o más bien órdenes, de no detener al golpista Puigdemont. Quizá tengan miedo de que el ex presidente catalán deje caer al presidente Sánchez. De los Mossos ya se sabe que no cabe esperar mucho, ya lo demostraron el día del referéndum ilegal y ahora además van a premiar al responsable policial que lo permitió, a Trapero, con su vuelta al cargo. Qué gran gesto de Illa, que el día de su investidura ni siquiera criticó la huida de Puigdemont, sino que más bien lo echaba de menos en la Cámara, donde no estaba, según él, por culpa del juez. Por su culpa, por su culpa, por su gran culpa. Menos mal que nos quedan los jueces. Por eso rogamos los que aún creemos en el Estado de Derecho que los magistrados aguanten, que no se plieguen a este Gobierno con tics venezolanos, donde el ministro de Justicia es el principal ariete contra los jueces. Todo muy normal. El panorama político en España no puede ser más desolador. Si se ve con una perspectiva general todo tiene muy mala pinta. Por un lado, el presidente del Gobierno está señalado por la corrupción de su entorno más cercano. Sánchez, que se presentó como el adalid contra este tipo de conductas, está acorralado por las mismas, pese a sus intentos de desprestigiar a los jueces que investigan a su familia. Incluso ha utilizado a la Abogacía del Estado para que se presente una querella al juez Peinado, porque lo ha llamado como testigo. Posiblemente sea el único caso en España donde un testigo se querella contra un juez porque lo ha citado a declarar en tal condición. Inaudito. El caso es que aún no ha logrado descabalgar la instrucción contra su mujer y además se le suma ahora la investigación judicial contra su hermano, que tiene un patrimonio muy elevado para el puesto laboral en el que desarrolla su actividad. Veremos cómo quedan estos dos casos. A esto hay que unir su pacto con ERC para empobrecer a la mayoría de comunidades autónomas con la llamada singularidad fiscal para Cataluña, que quiebra el sistema de solidaridad. Ya saben, que las regiones más ricas ayuden a las más pobres. Todavía está escondida la ministra andaluza María Jesús Montero, que tildaba de barbaridad este supuesto. Por cierto, al líder socialista andaluz, Juan Espadas, le augura muchos años en la oposición abrazándose a todos los desmanes de Sánchez para no contrariarlo pese al ataque que suponen sus desmanes contra la autonomía andaluza. Se ve que se siente cómodo en esa posición. Allá él. Lo cierto es que se quiere cambiar el modelo fiscal que plantea la Constitución por la puerta de atrás. Hay que estar atentos a lo que votan los partidos de izquierdas. Tienen que retratarse. Llama la atención que en el pacto, la Generalitat no asuma las competencias de Seguridad Social. Se ve que eso ya no les interesa, porque es deficitario y no tendrían dinero con los cotizantes catalanes para pagar a los pensionistas y a los parados de esa comunidad. Eso que se siga sufragando con el dinero de todos los españoles. Es todo tan chusco que da repelús hasta dónde pueden llegar para mantenerse en el poder. Hay que recordar, porque aquí se olvidan las cosas muy rápidamente, porque se va de escándalo en escándalo, que el Gobierno no ha conseguido aprobar los Presupuestos de este año y que tampoco parece que lo harán para los del próximo ejercicio. ¿De qué sirve gobernar si no tienen Ley de Presupuestos? Eso en cualquier país civilizado supondría la convocatoria inmediata de elecciones, pero eso sería en un país normal. Aquí se está en el regate corto, poniendo señuelos de temas absolutamente menores y agitando el miedo a la ultraderecha como gran medida de gobierno para mantenerse en el machito. La verdad es que les funciona, porque hay parte de la sociedad que está como narcotizada, a la que le da todo igual o no le da la importancia debida. A eso hemos llegado. No importa que se rompa la igualdad entre los españoles o no se respete la división de poderes. Y lo más preocupante es que todo puede ir a peor. Con los antecedentes que hay, ya pocos se sorprenderían de que los nacionalistas consigan el último deseo que les queda: el referéndum. ¿Quién puede creerse a estas alturas que Pedro Sánchez no cederá de nuevo para satisfacer las demandas de sus socios de legislatura? Estamos curados de espanto en este país cuyos gobernantes parecen sufrir una enajenación mental. Y el problema es que no parece que sea transitoria.
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