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Diciembre fum, fum

Nuestro alumbrado navideño es extremadamente modesto, un homenaje prácticamente a la humildad

Martes, 10 de diciembre 2019, 08:29

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Nos gusta competir y dejarnos llevar, al menos de vez en cuando, por frivolidades. Desde hace unos años, diferentes ciudades rivalizan por ser los primeros ... en el alumbrado de Navidad; primeros en el encendido y en la majestuosidad, suntuosidad e innovación de las luminarias. A los alcaldes les falta empujarse para colocarse en el centro controlador del botón que debe ser apretado para que se haga la luz. Como niños con juguetes nuevos. Da igual que sea de derecha o de izquierda; todos se vuelven locuaces, incluso se dejan llevar por comportamientos propios del 'artisteo' y se aprestan a justificar el gasto efectuado, por los beneficios económicos que presuntamente reportan y que también es presunción que repercute en la ciudadanía. La ciudad del lujo, Marbella, no juega en esa liga y nuestro alumbrado navideño es extremadamente modesto, un homenaje prácticamente a la humildad. Muchos lo considerarán un defecto, pero otros y otras posiblemente una virtud. Con más luces o más sombras, estamos de lleno en diciembre (fum, fum, fum), mes avaricioso de festivos y propicio para todo tipo de excesos, con los antecedentes del 'Viernes Negro' y el 'Lunes Cibernético'. De 'Acción de Gracias', de momento nos libramos, pero puede estar al caer. La dulzura, en forma de diversas confituras propias de la Navidad, es cualidad de estas fechas y origen de muchos sentimientos de culpa y remordimientos ante las veces que sucumbamos a la tentación de los polvorones o mazapanes. Aseguran los nutricionistas que cien gramos de polvorón proporcionan unas quinientas sesenta calorías, cifra que se supera con la ingesta de tres porciones. Para qué indagar en los mazapanes y turrones. En los últimos años hemos integrado en nuestras costumbres culinarias un pan dulce que, curiosamente, no nos ha llegado desde Estados Unidos: el 'panettone', de origen milanés, que en cuestión calórica también aporta lo suyo sin escatimar en lo más mínimo. En otro tipo de costumbres navideñas, al margen de la gastronomía, en los últimos tiempos, en Marbella hemos recuperado con fuerza la tradición del belén o nacimiento, dentro de la más pura ortodoxia, pero también aportando innovaciones y con la consolidación de las asociaciones de belenistas. Se incorporan con total naturalidad las 'zambombas flamencas', identificadas desde siempre con Jerez de la Frontera. Sin embargo, expresión navideña genuina de la zona, como son las pastorales, que ponían banda sonora al tiempo de Adviento, parecen permanecer en un segundo plano. Siguen siendo denominaciones casi legendarias, las pastorales de Las Chapas (de los hermanos Osorio Cibajas), la pastoral de El Barbero, la de Las Flores o la de El Ángel. Tiempo hace que desaparecieron los certámenes y encuentros de pastorales. Dentro de los dulces de Navidad asociados a la comarca, junto a los buñuelos azucarados, los roscos de huevo y los de vino; los primeros fritos en sartén y los segundos cocidos en horno de leña, primero, y eléctrico después. En la Marbella de ayer fueron varios los obradores y panificadoras que elaboraban estos roscos, pero la referencia era el 'Mastrén de Diego Cantero y María González', situado en el número diez de la calle Lobatas y que abrió sus puertas en los primeros años del siglo XX. 'Mastrén' es una palabra autóctona que no figura en el diccionario de la Academia ni en el de María Moliner. Se refiere a una panificadora donde jugaba un papel importante un caballo o un asno, como fuerza motriz de una piedra que tenía como cometido el refinado de la harina. No faltaron los vecinos que, llegado el tiempo de Navidad, cocían su propia producción de roscos en el horno de leña de Cantero. Más tarde fueron pioneros en la instalación de un horno eléctrico, al igual que en la comercialización del hasta entonces desconocido en la zona, pan de Viena. Era costumbre invitar a un rosco y una copa de anís al barrendero, el sereno o el cartero, además del aguinaldo; claro que tenían que seleccionar la degustación para no terminar privados de consciencia. Los niños lo acompañaban con una copa de agua y unas gotas de anís: una 'palomita'. Pocas fechas del año tan evocadoras como el mes de diciembre, pero en Marbella la Navidad no sería lo mismo sin la transformación del Paseo de la Alameda en el Belén Viviente de la Academia de Baile de las Hermanas Maldonado, que este día veintidós congregará a cientos de marbellíes con intencionalidad benéfica. Y van 34 años en diciembre, fum, fum, fum.

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