Si hay algo que la pandemia está logrando, además de los aplausos en los balcones y una ejemplar y cívica toma de conciencia del riesgo ... colectivo que tenemos por delante, es hacer aflorar todas las deudas que teníamos pendientes y que no hemos querido afrontar porque, en tiempos de abundancia y arrogancia, podíamos permitirnos el lujo de despreciarlas.
Se ha visto con los profesionales sanitarios, que se enfrentan a una crisis de magnitud desconocida sin los elementos básicos para protegerse. Por no tener, no tienen ni mascarillas suficientes, pero claro, hasta que el virus no ha puesto contra las cuerdas nuestras vidas con el objeto punzante del miedo no hemos querido escuchar sus protestas contra los recortes en medios humanos y técnicos. Así llevan una década larga, pero hasta ahora nos limitábamos a reventarles la puerta de la consulta e insultarlos.
La otra gran deuda que arrastramos es con nuestros mayores. Me hace gracia ver cómo algunos andan hoy rasgándose las vestiduras con el abandono que sufren los ancianos cuando hace sólo tres semanas poco menos que nos llamaban idiotas a los que llevamos años reclamando la creación de unidades de geriatría en la sanidad pública. La población envejece a un ritmo exponencial, y las familias tienen cada vez menos miembros para atender a los abuelos cuando más necesitan de nosotros. Por ignorarlos, hasta nuestros gobernantes, los de unas y otras siglas, se han permitido la infamia de saquear la hucha de las pensiones, el último derecho que asiste a esas generaciones que nos sacaron del hambre, se rompieron el lomo trabajando, los cosieron a impuestos desde el franquismo hasta la democracia, y aún tuvieron que ocuparse de preparar el puchero de sus hijos y nietos cuando la burbuja inmobiliaria nos estalló en la cara en 2008.
Claro que estamos en deuda con nuestros mayores. No lo olvidéis cuando volváis a la calle a hacer 'running' y a tomar cerveza en las terrazas y se os vaya olvidando la tremenda lección de esta crisis: que lo más importante de la vida es la propia vida.
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