La decencia
El viaje de Pedro Sánchez a Estados Unidos se avistaba como un impulso para la campaña electoral del PSOE. El foco puesto en el aura ... internacional del presidente, en ese buenhacer, en su innegable europeísmo. Fotografías con Nancy Pelosi, con Joe Biden. Casa Blanca, despacho oval. Atrás la caspa de la política pequeña, los arañazos de Ayuso, el parlamentarismo barato y la Tizona mal afilada de Vox. Se abordaría el asunto de Palomares, la tierra infectada de plutonio que los americanos deben llevarse a no se sabe dónde y de paso, claro, se rememoraría el meyba de Fraga, aquella España lejana que la figura de Pedro Sánchez ayuda a convertir en caricatura. Buen arranque de campaña, buena imagen. Pero he aquí que un plutonio mucho más activo que el de los campos de Almería irrumpió en el inicio de la campaña y la feliz estampa del presidente en el centro de la política mundial se empañó con el barro y la sangre de ETA. EH Bildu y sus candidatos.
Se vio obligado Pedro Sánchez a bajarse del ensueño para abordar el asunto y tachar a aquellos en los que se viene apoyando su gobierno como 'no decentes'. Legales, sí. Decentes, no. Los pactos, las apoyaturas, los entendimientos parlamentarios del gobierno con Bildu pueden pasarle ahora factura. Y no, no es que el PP haya introducido el tema del terrorismo en la campaña. Se lo han dado hecho. Un penoso regalo con lazos de sangre. Pura radioactividad.
ETA no existe, sí, una feliz realidad. Una verdad incuestionable en la que insisten miembros de Unidas Podemos para justificar la presencia de cuarenta y cuatro antiguos terroristas en las listas del partido independentista. ETA no existe. Pero las víctimas de ETA sí existen. Existen las viudas, existen los huérfanos, existen los heridos, existen los muñones, las prótesis, las tumbas todavía con flores sin marchitar. Poco tienen que ver los candidatos socialistas a alcaldías de Andalucía, Valencia o Aragón en los acuerdos -buenos o malos- que su partido haya alcanzado con EH Bildu en el Congreso. Pero ahora, con la presencia de los antiguos terroristas en las listas municipales del País Vasco, esos candidatos socialistas pueden cargar con el peso de aquel entendimiento. El trato con los indecentes contamina como una oscura y sutil radioactividad. Es plutonio electoral y, lo que es más importante, ético. Ahora puede verse. Los candidatos necesitados del PP o los hambrientos de Ciudadanos y los muy poco escrupulosos de Vox tienen por delante un festín. Si la mentira tiene las patas muy cortas parece ser que la indecencia no las tiene mucho más largas. De aquellos polvos, este fango indecente.
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