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Cuando niños de hoy alcancen la edad adulta y la etapa de la madurez, es muy posible que la mayoría de sus recuerdos infantiles se encuentren asociados a las grandes superficies comerciales, donde habrán pasado muchas horas, incluso jornadas completas. En la Marbella anterior a los años ochenta todo el existente era pequeño comercio y evocar al sector es lo mismo que realizar un recorrido por el casco antiguo. Podría escribirse un grueso volumen con la historia de las tiendas que poblaron las plazas y calles a lo largo del siglo XX; la mayoría no existen ya, pero permanecerán «vivas» mientras sigan estándolo marbellíes que las conocieron o que las recuerdan. Desde siempre abundaron las dedicadas a la alimentación, denominadas de comestibles o de ultramarinos. Una de mis fuentes orales (mi abuela, que era un verdadero archivo) recordaba de su juventud, en tiempos de la Segunda República, la tienda de alimentación de Diego Jiménez Martín, ubicada en la calle Nueva, cerca de calle Gloria. Esta fue una zona muy comercial; mucho más reciente allí tuvo su tienda Francisco Lorenzo Cuevas, ciudadano reconocido en la pasada feria de San Bernabé. Fue el lugar donde en los años sesenta Mario Sánchez Cuevas abrió el primer autoservicio de Marbella, con la denominación de 'Casa Mario'; fue algo muy novedoso y referente para todo lo que vino después. Hombre muy inquieto, Mario emprendió otras iniciativas, entre las que se encontró un cine que construyó y dotó de maquinaria pero que no llegó a poner en funcionamiento. Su último negocio fue una licorería en Ricardo Soriano. Tras la apertura en la segunda mitad de los sesenta del primer supermercado del término municipal, iniciativa de Norberto Goizueta en Guadalmina, hizo lo propio Manuel Lavigne Roldán, al sur del Paseo de la Alameda. Desde mucho antes venía ofreciendo sus productos la panificadora o mastrén de la familia Cantero en calle Lobatas, regentado por el matrimonio formado por Diego Cantero y María González, con una producción variada y en ocasiones vanguardista, como ocurrió cuando introdujeron la modalidad de pan de Viena. También abrieron en la calle San Juan de Dios una fábrica de fideos. En la zona norte de esa misma calle, podía adquirirse leche de primera calidad gracias al rebaño de cabras de Juan Luque. El mercado de abastos se montaba en torno a la zona de calle Nueva, Enrique del Castillo y la actual Plaza de José Palomo, que entonces se llamaba Plaza de la Verdura, precisamente por ser donde se instalaba esa sección del mercado. Posteriormente se construyó un mercado en la plaza de la Victoria y calle Huerta Chica. Junto al sector comercial de la alimentación, surgieron otros comercios como la primera tienda de 'souvenirs' que abrió Pío López Moya en la calle González Badía que más tarde se llamaría Alameda y actualmente es Padre Francisco Echamendi. A comienzos de la década de los sesenta se abrió un comercio pionero en un sector comercial que, a priori, no parecía contar con muchas posibilidades de éxito en Marbella. No se tenía consciencia de que las flores, cultivadas en los patios de las viviendas, pudieran ser objeto de transacciones comerciales. A pesar de ello, Juan Berrocal y su esposa María Luisa, llegaron desde Málaga y abrieron su floristería. Tras un periodo inicial de grandes dificultades, vencieron el desánimo, y terminaron triunfando, siendo, casi sesenta años después, una referencia en el sector de la flor. En el campo de la electrónica destacó el establecimiento «Cid-Zam», de Mariano Cid y Juan Zamora, situado originariamente en el número ocho de la calle Tetuán y trasladado más tarde a la Avenida de Ricardo Soriano. A Mariano y Juan no se les resistía nada relacionado con la electricidad. Fueron los encargados del cine Rodeo del marqués de Ivanrey, Ricardo Soriano. En varios lugares de Marbella podían adquirirse discos, como en 'Discos Mi-Sol', entre la plaza de los Naranjos y la plaza del General Chinchilla. También en 'Disco Libro J. M.' en Plaza de los Naranjos, donde estuvo la primera peluquería de señoras y tratamientos de belleza, una iniciativa de Herminia Liébana, surgida en 1938 en calle Pedraza. También vendía discos, en su tienda de electrodomésticos de la calle Huerta Chica, José Luis Cuevas Garrido, que fue también concejal de deportes en el Ayuntamiento. El pequeño comercio en Marbella eclosionó a lo largo de décadas, pero la gran prueba estaba por llegar: mantenerse ante el poder de las grandes superficies que arribaron en el último tramo del pasado siglo. La historia del comercio de ayer aún no se ha escrito.

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