¡Al cielo con ellas!
La escritora Vivian Gornick, la cómica Henar Álvarez y la primera presidenta elegida democráticamente, la islandesa Vigdís Finnbogadóttir, con ellas de la mano a cualquier sitio
Una historia de amor preciosa. Pero que termina con este diálogo en una peluquería en la que varias mujeres se hacen confidencias: «'¿Y qué tal, ... Rose?', le pregunté. 'No me arrepiento', respondió, firme. 'Muy mal, ¿eh?', le dije. 'Era un hombre -contestó-, sólo escuchaba el sonido de su propia voz'». Es el primer relato del nuevo libro de Vivian Gornick (Nueva York, 1935) editado en España por Sexto Piso. Cualquier obra de esta autora estadounidense hay que correr a buscarla a la librería o a la biblioteca (la Manuel Altolaguirre de la capital espero que tenga pronto esta última, porque entre quien alimenta sus fondos parece que hay alguien con mucha conciencia feminista).
Los relatos, ensayos y reportajes que forman parte del volumen se alimentan mucho de las conversaciones entre unas mujeres que no son grandes feministas, que es posible que ni se identifiquen como tales y que quizás ni conocen los nombres de las enormes teóricas del movimiento. Pero en ellas sí ha calado la autoconciencia, que la autora define como ese «plantearse la experiencia personal de la mujer desde una nueva perspectiva: desde una perspectiva política» como esa «práctica feminista de examinar la experiencia personal propia desde la perspectiva del machismo, esa teoría que explica la posición de subordinación de la mujer en la sociedad como resultado de la decisión cultural de conferir poder directo a los hombres e indirecto a las mujeres». Y ése, el de enmarcar cada anécdota cotidiana en este marco teórico, es un ejercicio que se efectúa en colectivo, por lo que la escritora sentencia: «Un grupo de mujeres sentadas en círculo hablando sobre sus experiencias emocionales como si fueran material de análisis cultural es dinamita política» ya que provoca una interpretación completamente nueva de su vida, confiere una explicación a su malestar, que tiene su origen en una injusticia histórica, la desigualdad; y la cura: luchar por la libertad.
«Un grupo de mujeres sentadas en círculo hablando sobre sus experiencias emocionales como si fueran material de análisis cultural es dinamita política»
Interpretada desde este prisma, hasta la sonrisa que la sociedad exige a las mujeres y que ellas usan culturalmente como arma adquiere otro significado más profundo: «Ser masculina es pasar a la acción, ser femenina es sonreír». La autoconciencia es ese caer en la cuenta en comunidad de por qué nos pasa lo que nos pasa: la culpa la tiene la estructura social.
Gornick no esquiva la división, de hecho, dedica un capítulo a las disputas que de vez en cuando afloran en el feminismo, como las críticas que surgieron alrededor de la revista 'Ms.' que puso en marcha la icónica Gloria Steinem: «Las mujeres que están al cargo de 'Ms.' no son mis hermanas políticas ni mis compañeras de trabajo ni mis amigas del alma (…) Su visión del mundo no es mi visión del mundo, sus valores no son mis valores. Aun así, son feministas, y por lo tanto somos aliadas en la causa mayor que nos reúne a todas», analiza. Y, así, da valor a cada feminista, porque «nutre osmóticamente el ambiente social» y ante los pequeños desafíos cotidianos ayuda a que prospere el pensamiento libre.
El ensayo que da provocador título al libro, 'Por qué algunos hombres odian a las mujeres', es una disección de la obra de algunos de los popes de la literatura estadounidense desde una perspectiva de género que lleva a Gornick a tildarlos de misóginos. Y es especialmente dolorosa la revelación alrededor del grandísimo escritor -aquí, sí, lo defendemos- que fue siempre Philip Roth: «Sólo habla de sí mismo. ¿Y cuál es el elemento principal de este ejercicio obsesivo de ensimismamiento que lo devora vivo? El odio a las mujeres (…) En cada nuevo libro puede verse el horror de un escritor que no ha conseguido madurar como individuo, que se las ha ingeniado para convertir ese fracaso en un mito moderno». A toda una generación de escritores estadounidenses atribuye «una preocupación infantil por sí mismos» y ser hombres «que odian y temen el momento en el que viven». Por otras latitudes también nos puede resultar familiar ese retrato.
Henar Álvarez y su 'late night'
Gornick es alimento para el espíritu, como también Henar Álvarez, que además tiene el mérito de hacer reír con cosas muy serias, pero sin frivolizar con ellas, al revés: usa el humor para concienciar, para poner sobre la mesa realidades con lenguaje más digerible y con el que la sociedad -los hombres y las mujeres- se puede ver reconocida. Por ejemplo, con un monólogo que terminaba con un mensaje entre satírico e irónico que parafraseamos aquí: fijaos, chicas, a nosotras nos dicen que todo lo hacemos por dinero, casarnos, divorciarnos, denunciar a los maltratadores y a los agresores, todo menos dos cosas, prostituirnos y ser vientres de alquiler, que lo hacemos porque nos encanta o porque somos así de altruistas.
El 'late night' de Henar Álvarez los sábados en La 2 se llama 'Al cielo con ella'. Y también iríamos al cielo o a cualquier otro sitio -ya saben, las niñas buenas van al cielo, las malas a todas partes- con la primera presidenta de Islandia y una de las primeras mujeres elegidas democráticamente a nivel mundial para conducir los designios de un país, Vigdís Finnbogadóttir. Divorciada, madre soltera, avanzada gestora cultural, pacifista, punta de lanza del movimiento feminista de su país que protagonizó una de las huelgas más sonadas de la historia: una serie de Filmin recrea su vida.
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