Por 'sus cartas' los conoceréis
Las cartas de San Josemaría Escrivá no son simples textos administrativos sino documentos pastorales de profundo contenido doctrinal
Luis A. Prados Rivera
Vicario del Opus Dei para Andalucía Oriental y Melilla
Jueves, 26 de junio 2025, 02:00
Las cartas de San Josemaría Escrivá, recientemente publicadas en parte por la editorial Rialp, constituyen un valioso testimonio de su pensamiento teológico y espiritual. Escritas ... en diferentes momentos de su vida —muchas durante los difíciles años de la Guerra Civil española y de la posguerra—, no son simples textos administrativos sino documentos pastorales de profundo contenido doctrinal, donde el fundador del Opus Dei expresa con claridad los rasgos esenciales del carisma recibido de Dios.
Uno de los temas centrales de esos escritos es la secularidad de los miembros del Opus Dei, entendida como un elemento constitutivo del espíritu de la Obra, no como un simple rasgo externo. San Josemaría defendió desde los comienzos que la vocación al Opus Dei no separa al cristiano del mundo, sino que lo lleva a santificar todas las realidades temporales desde dentro, con competencia profesional, libertad personal y responsabilidad.
En una carta de 1948, subrayaba con fuerza: «Los fieles del Opus Dei son personas corrientes que, en medio del mundo, procuran amar y servir a Dios y a los demás, con naturalidad y con constancia, sin hacer ruido» (Carta 14-II-1948, n. 6). Esta vocación secular se vive a través del trabajo profesional, la vida familiar y la participación en la vida civil, sin que constituya un obstáculo para la vida cristiana, sino como su cauce ordinario. No en vano enseñaba que todo trabajo honesto es lugar de encuentro con Dios, medio de santificación y de apostolado.
San Josemaría defendió que la vocación al Opus Dei no separa al cristiano del mundo, sino que lo lleva a santificar todas las realidades temporales desde dentro
Por otro lado, esa secularidad no podría jamás entenderse como independencia espiritual o aislamiento del resto de la Iglesia. Por el contrario, el fundador del Opus Dei insistió siempre en que vivir la vocación cristiana en medio del mundo exige una fidelidad sólida, afectiva y efectiva a la Iglesia y una adhesión plena al Romano Pontífice. En una de sus cartas más citadas, escribía: «El amor al Papa ha de ser en nosotros una pasión, porque en él vemos a Cristo» (Carta 29-XII-1947, n. 18).
San Josemaría comentaba que esta fidelidad debía vivirse sin condiciones, sin críticas que erosionan, con lealtad doctrinal y con una actitud de obediencia, de unidad y de oración constante por el Santo Padre. En otra carta más temprana afirmaba: «Amad a la Iglesia, amadla con locura, amad al Papa, cualquiera que sea su nombre, su edad, su carácter. Porque en él está Pedro, en él está Cristo» (Carta 24-III-1930, n. 9).
En suma, las cartas de San Josemaría revelan una profunda visión cristiana de la vida a cualquier cristiano corriente: vivir plenamente en el mundo, sin ser mundanos; actuar con libertad personal, sin romper la comunión con la Iglesia; amar las cosas temporales, sin absolutizarlas; y, sobre todo, amar a la Iglesia y al Papa como parte esencial del seguimiento de Cristo. Y deja claro que nunca esa secularidad se opone a la fidelidad eclesial, sino que la exige y la nutre: no se trata de un añadido devocional, sino de la expresión concreta del amor a Cristo.
Este espíritu, transmitido a los miembros del Opus Dei a través de su fundador, sigue siendo hoy una luz viva en la misión evangelizadora de la Iglesia: mostrar que la santidad es posible en medio del mundo y que el verdadero cristiano es, inseparablemente, ciudadano del mundo e hijo fiel de la Iglesia y del Papa.
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