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Nos encontramos terminando una especie de campaña interminable que en Andalucía comenzó con las elecciones autonómicas, continuó con las generales y ahora se centra en las municipales y, en menor medida (no debería ser así), en las europeas. Durante todo este tiempo y hasta el día veintiseis se viene registrando una sobrecarga de informaciones en la que se mezclan promesas de todo tipo, críticas feroces hacia los adversarios políticos y alguna que otra metedura de pata sonora de candidatos que intentan ser demasiado originales y dejan al descubierto sus carencias. También algunos silencios significativos.

En cada nuevo comicio es más frecuente la utilización de las redes sociales para inundar de mensajes a un posible electorado que ha visto como con el tiempo se han ido sustituyendo los mítines (aunque todavía se organicen actos públicos que no todos consiguen que sean multitudinarios) por la continua presencia en nuestros aparatos tecnológicos cada vez que los abrimos. En muchos casos se recurre a utilizar la inmediatez de estos medios para envíar todos los mensajes posibles, que en su mayoría suelen ser efímeros y son reemplazados por el siguiente. De esta forma se asegura una casi permanente presencia de cada una de las fuerzas políticas, que acaparan casi todo el espacio hasta el punto de ser agobiante para quien quiere informarse y se encuentra con que lo que recibe se parece mucho a un anuncio publicitario.

A veces basta una fotografía y un titular, sin entrar en más profundidades, no sea que el receptor vaya a aburrirse y tenga el efecto contrario al deseado. Esta práctica creciente de mostrar una imagen de cualquier movimiento que se haga: paseo por un mercadillo, reclamación de zonas verdes, playas limpias, tomar un café con un amigo o quejarse de una loseta rota para demostrar la mala gestión del que gobierna en ese momento, convive en el mismo espacio con la tarea también progresiva de aquellos que se empeñan en enrarecer cualquier ambiente lanzando las 'fake news' que tanta satisfacción parecen dar a algunos que suelen tener como único objetivo halagar su retorcida vanidad.

Ya sabemos que las noticias falsas, habilmente introducidas en el momento adecuado dando apariencia de verdad, han influido de forma notable en algunas votaciones importantes, como el referendum del brexit, aunque a muchos les puede parecer que en unas elecciones locales es difícil que alguien pique con la distorsión de la verdad, por considerar que hay un mayor conocimiento de los asuntos más domésticos.

Pero si atendemos a determinados comentarios que se hacen en las redes sociales podemos comprobar que no siempre es así y que hay seguidores fieles para cualquier cosa que se haga o se diga. Tampoco nos vamos a engañar, hay quien tiene oidos solamente para unos determinados mensajes, que atiende a una ideología o creencia concreta y rechaza de plano todo lo demás.

Durante los días previos a unas elecciones se supone que todo sigue funcionando de manera normal, que el personal acude a su trabajo, atiende a su familia, aprovecha su tiempo para el ocio o intenta resolver sus problemas cotidianos como lo ha hecho siempre.

Pero es también normal que nos encontremos frecuentemente con que, ante determinadas gestiones, alguien te responda que «eso mejor para después de las elecciones» o «es que ahora estamos en campaña», como si fuese una frontera que decidiera un antes y un después sobre el acontecer de cada día.

Y es que el tiempo y la experiencia han hecho llegar a muchos a la conclusión de que en estos días todo es campaña y que prefieren esperar a los resultados para comprobar cual es la realidad de las cosas. De esto tiene parte de culpa esa moda de las 'fake news', pero otra parte le corresponde a las actuaciones de algunos políticos que alguna vez no fueron fieles a sus programas. En todo caso, está claro que, ante los numeros mensajes que cada vez nos llegan por diferentes medios, hay que afinar los sentidos, cada vez más, para captar lo que verdaderamente interesa.

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