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Frecuentemente las denominaciones de las calles constituyen pistas sobre la Historia de las ciudades. En Marbella muchos de esos nombres nos invitan a indagar sobre el periodo de desarrollo de la ciudad como marca turística de referencia. Es un interesante ejercicio de reencuentro con el pasado poner en contexto los nombres de las calles y plazas. No siempre es tarea fácil. ¿Cuál fue el motivo para conceder una vía pública al universal pianista Arturo Rubinstein?. Hubo más de uno. Desde los años sesenta, don Arturo y su esposa pasaban los periodos veraniegos en Marbella, donde pronto adquirieron una casa. Con relativa frecuencia comenzó a integrarse en las manifestaciones festivas y sociales que ya constituían señas de identidad de la Marbella turística. Cuando en 1970 se funda la Asociación Amigos de la Música, piensan en Rubinstein para ofrecerle la designación como presidente de honor; así lo hacen con la aceptación inmediata del gran pianista. La Asociación, a punto de cumplir cincuenta años de existencia, comenzaba con buen pie. Como he contado en otros artículos, el Ayuntamiento que presidía Francisco Cantos Gallardo, decidió la compra de un piano que sería cedido a Amigos de la Música y que fue estrenado por Rubinstein en un memorable concierto. El instrumento se quemó, muchos años después, en un incendio que sufrió el hotel Don Pepe. La vinculación del pianista con Marbella iba en aumento y las temporadas de estancia se prolongaban. A principios de 1976 el presidente de los Estados Unidos, Gerald Ford, concedió a Rubinstein la Medalla de la Libertad, la máxima condecoración civil. Este fue el momento en el que el Ayuntamiento consideró oportuno rendir un homenaje a tan ilustre vecino, ya muy anciano, pero gozando de plenas capacidades artísticas. Nada mejor que concederle una calle. Se eligió una de las vías de la zona de Molinos de Viento, entonces sin urbanizar y lugar de instalación de la Feria de San Bernabé. El acto tuvo lugar a finales de abril de 1976 con la asistencia del homenajeado. Estaban presentes el alcalde Cantos Gallardo, el primer teniente de alcalde, Antonio Maíz Viñals; el delegado de Cultura, José Manuel Vallés Fernández; el comisario de policía, Francisco Gil; el capitán de la guardia civil, Manuel Calle y el secretario de la Corporación, Javier García Mamely. De igual forma asistió el resto de la corporación y muchos vecinos. Abrió el acto el secretario para dar lectura al acuerdo del Ayuntamiento para dar el nombre de una calle al pianista Arturo Rubinstein de acuerdo con su relevancia artística y la predilección mostrada hacia Marbella. A continuación se descubrió una placa cerámica con la rotulación de la nueva calle. El alcalde pronunció un discurso elogioso hacia el homenajeado y justificativo de la concesión. Posteriormente hizo uso de la palabra Arturo Rubistein, destacando que estaba convencido de que las calles se concedían después de muerto y que se congratulaba de que en Marbella no fuese así. Mostró su satisfacción y la ilusión de que los coches pudiesen ir a su calle. Agradeció que hubiesen rotulado el nombre en español y no en inglés, porque así se sentía más cerca de Marbella. La relación del pianista con España venía desde los años de la Primera Guerra Mundial cuando vivió aquí, protegido por el rey Alfonso XIII. Estaba en posesión de la cruz de Alfonso X El Sabio. En aquel año de 1976 se encontraba redactando sus memorias, que esperaba terminar en el plazo de dos años. Anunciaba que iba a actuar muy poco en público, aunque contemplaba un concierto benéfico cuya recaudación sería entregada a la reina Sofía. Preguntado por la evolución que había observado en Marbella, dijo que «el pescado sigue estando fresco, y los turistas continúan queriendo venir». Se pronunció sobre los pianistas españoles, resaltando la calidad de José Iturbi, con larga trayectoria en Hollywood, quien también cuenta con una calle en Marbella, y Alicia de Larrocha. Resaltaba que, a medida que un país aumenta el nivel cultural, se acrecienta también el interés por la música clásica. Decía que la música era su fuente, pero no se atrevía a definirla. Anunciaba que, al disminuir el número de actuaciones, pensaba permanecer también en Marbella durante los inviernos. Hoy por la calle de don Arturo circulan muchos coches, como al genial músico le hubiese gustado.

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