'Boomers' contra 'zetas'
Empezamos a escuchar discursos cargados de reproches contra una u otra generación
Hace unos años, antes de que explotara el problemón de la vivienda en España, le hice una entrevista a la socióloga Elisa Chuliá y, conversando ... sobre el envejecimiento de la población y sus consecuencias, me habló sobre el choque generacional que podría producirse en el futuro si las pensiones se convertían en una carga demasiado pesada para las cuentas públicas y, por tanto, para los contribuyentes. «El nivel de prestaciones que los jubilados actuales disfrutan es difícil de mantener sin que eso suponga una presión fiscal muy importante sobre los jóvenes trabajadores. Una presión que les podría llevar a tomar decisiones como la de votar con los pies: irse a otro país», decía. Fue la primera vez que escuché la expresión de «votar con los pies» y me llamó la atención, aunque me pareció improbable que alguien acabara yéndose de su país por los impuestos. Otra predicción suya sí me pareció realista: dijo que era fácil que nos acabáramos encaminando a una gerontocracia, entendida no como el gobierno de los ancianos, sino como el gobierno para los ancianos. Porque con un colectivo de jubilados tan numeroso se volvería imposible que cualquier partido ganara unas elecciones sin satisfacer sus intereses.
La segunda predicción de la socióloga ya no es tal; es una realidad. Es evidente que ningún partido político quiere meterle mano a las pensiones pese a que todos saben que son insostenibles tal y como está diseñado el sistema. Pero no son sólo las pensiones. Los jubilados gozan de una serie de beneficios y descuentos que hace unas décadas tenían todo el sentido por lo bajas que eran la mayoría de las pensiones. Era una época en los que la mayor tasa de pobreza se daba entre los ancianos. Recuerdo que mi abuela cobraba una pensión de viudedad que era una miseria; sus hijas la ayudaban cada mes para que pudiera vivir dignamente. Afortunadamente eso ha cambiado mucho y la pensión media de la gente que se jubila ahora es más alta que el sueldo medio. La tasa de pobreza más alta no se da entre los jubilados, sino entre los niños (un 29%). E inmediatamente después en el ranking van los jóvenes menores de 30 años. Cuanto más años tengas, menos probable es que seas pobre. Sin embargo, es la población mayor la que más descuentos y gratuidades sigue disfrutando en todo tipo de servicios y productos, públicos o privados: transporte, medicinas, viajes, cine o museos.
Este cambio, que ya estaba alimentado por la subida de las pensiones versus los bajos sueldos y la precariedad de los trabajadores jóvenes, se ha acelerado con la brutal carestía de la vivienda, especialmente en ciudades como Málaga. Y es en este escenario en el que empezamos a oír hablar de 'boomers' contra 'zetas', en el que empezamos a escuchar discursos cargados de reproches e incomprensión contra una u otra generación. Algunos se apresuran a tomar partido, como si de una guerra se tratase. Olvidando, por cierto, que a los que tratan de enfrentar entre sí es a padres contra hijos, en muchos casos.
Yo no creo que haya una guerra generacional en España. Pero sí empiezo a considerar posible que los jóvenes acaben votando con los pies.
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