BALONCESTO EN MÁLAGA: INFARTO EN EL ÚLTIMO MINUTO
EL FOCO ·
Los que creemos que la historia del Unicaja es demasiado grande para dejarla caer, también podemos pedir que se rectifiqueFue una votación fría, sin mucha deliberación, a distancia, con una información que ponía a los patronos de la Fundación Unicaja ante la tesitura de ... proporcionar una muerte agónica al Unicaja, club de baloncesto, ese equipo que ha llevado el nombre de la entidad bancaria por toda España y Europa. Hubo unanimidad de los catorce patronos y los deseos de Braulio Medel, presidente de la Fundación bancaria, se hicieron realidad. Así se puso en la cuerda floja a un equipo que es 'el Unicaja' y no el 'Baloncesto Málaga'. Los colores, eso sí, son los de Málaga, a diferencia del blanco y azul del equipo de fútbol. El verde y el morado, mezcla original, de los pantalones y camisetas es el mismo de la bandera de Málaga, el de las jacarandas en flor. Ignoro si alguno de los patronos que votaron a favor de retirar el dinero al club de la ACB sintieron pena, más allá de estar convencidos de que hacían lo correcto, pese a que entre los fines de la Fundación esté sostener el deporte de alta competición.
No sé qué saben de la historia del baloncesto en Málaga, de su memoria sentimental, la rescatada y presentada esta semana en el libro Gigantes del Baloncesto de Málaga. Ignoro si Braulio Medel ha calibrado el alcance de su decisión, aunque, todo sea dicho, su continuo apoyo al equipo de baloncesto durante décadas, de agradecer, hace suponer que es consciente. Mientras, la afición no reacciona y la única explicación es que no acaba de creerse esa puntilla al club, dado el silencio atronador, por otra parte, de muchos responsables políticos del PP y del PSOE que callan, sin saber si otorgan. O quizás esa mayor educación de los fans del baloncesto, que la llevan tan a gala, impida que les dé por gritar en las calles. Ojalá esa tranquilidad de la afición esté fundada y, cuando salgan estas líneas, los responsables de lo que deseamos sea sólo un susto y no la muerte del equipo hayan revertido su decisión. Que no haya que vender a ningún jugador, que se puedan concentrar en clasificarse para los play offs, que los cientos de chavales y niños que se entrenan en Los Guindos sigan teniendo de referentes a los jugadores de la élite del baloncesto de Málaga. Como hace 30 años. No solo es tradición la Semana Santa: el ambiente del baloncesto en Málaga peina canas.
Los devenires históricos van marcando los hitos de cada generación y, la mía, la de los nacidos en los 70, no corrió delante de los grises, era pequeña cuando las primeras elecciones y tampoco vio nacer La Movida y sus ramificaciones fuera de Madrid. Lo sabemos de oídas de hermanos, amigos, primos mayores. Pero sí recordamos vagamente la medalla de plata de la Selección Española de baloncesto en las Olimpiadas de Los Angeles. El baloncesto en España se hizo grande en los 80. Algunos teníamos padres, en nuestro caso madre, que ya recordaba cuando el Real Madrid se paseaba por Europa con Luyck o Brabender, pero fue en los 80 cuando sufrimos si Drazen Petrovic chuleaba en últimos segundos de partidos ya ganados por la Cibona. Los chavales se suscribían a 'Gigantes de Basket' y eran capaces de ver de madrugada los play offs de la NBA: unos, con los Celtics de Larry Bird y otros, con los Lakers de Magic Johnson.
Hace un año que no se escuchan gritos y aplausos en un Martín Carpena sin público
En Málaga, en un puñado de colegios se entrenaba por las tardes al baloncesto. En las canchas del San Estanislao, de Maristas, en la Asunción, se forjaban amistades entre pases, zonas, faltas, canastas y tiempos de banquillo. Entrenamientos después de salir de clase, sin comer, en vespino, con la emoción de hacerlo en Maristas, recordarán otros. Partidos ya de ACB de Mayoral Maristas en una cancha, la del colegio, que incumpliría ahora cualquier normativa. El orgullo de tener a dos equipos de primera, patrocinados por Mayoral y la Caja de Ronda, luego fusionados. Dos pabellones: Carranque y Ciudad Jardín. La fase del Mundobasket que se jugó allí, con EE UU y un base, Tirone Bogues, que no pasaba del 1,60. Los dos Mike, por supuesto, Smith y Ansley y el triple que falló el segundo y que pudo darnos el título de Liga en 1995 frente al Barcelona. Se perdió y ganó a la vez. El ver cómo Nacho Rodríguez llegaba a la selección nacional, años más tarde Berni Rodríguez y Carlos Cabezas, campeones del mundo. Dos entrenadores, Imbroda y Scariolo, luego seleccionadores nacionales. La Copa del Rey de 2005, la Liga de 2006. Y este mismo año un partido de infarto en la primera ronda de la Copa del Rey frente al Barcelona. Por cierto, si se deja caer al Unicaja, esa competición tan querida por todos los aficionados de España no volverá.
En el texto en el que se explica por qué la Fundación Unicaja financia al club de baloncesto se habla del «efecto arrastre» de éste sobre los cientos de chavales que a diario entrenan en Los Guindos y en canchas de toda la ciudad y la provincia. Niños que están orgullosos, por ejemplo, del papel de Domantas Sabonis en la NBA, salido de su cantera. Chavales con padres que saltaron vallas de colegios los fines de semana de los 80 para echar pachangas, que fueron a campus en los veranos, que mientras unos se daban a los porros, ellos sudaban defendiendo cuerpo a cuerpo. Como ahora.
Hace un año que no se escuchan gritos y aplausos en un Martín Carpena sin público. Ese hecho ha provocado que la decisión de la Fundación también pase más inadvertida. Aun así, ha trascendido, pese a que no ha sido explicada en público. Por supuesto que Braulio Medel tiene derecho a tomarla, incluso a no explicarla. Los demás, los que creemos que la historia del Unicaja es demasiado grande para dejarla caer, también podemos pedir que se rectifique. Incluso nos puede preocupar que, abandonando al equipo, se rompa el vínculo más emocional de Unicaja con Málaga, paso previo para sacar de aquí la sede. Pero esperemos que todo quede, como en un partido de infarto, en un triple fallado por el equipo rival en el último segundo. Que vayamos a la prórroga.
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