LA ALQUERÍA DE NAGÜELES
Situado al oeste de Marbella e inserto en la Sierra Blanca, «en la cordillera, viniendo fazia la çibdad e fasta llegar a ella», Nagüeles fue ... otro de los pueblos desaparecidos del que sólo se conserva su topónimo, salvo que una prospección arqueológica consiga recuperar sus vestigios. Si bien desconozco sus límites por el sector oriental, los del occidental llegaban hasta la margen izquierda del Río Verde, línea divisoria con la alquería de Benabolás. Su origen lo establece Sánchez Mairena entre los siglos XIII y XV, cuando era una pequeña aldea de agricultores y ganaderos que explotaban la vega del arroyo, por entonces denominado «de Royx» y citado en ocasiones como «el río de Magüeles», el cual procedía de la fuente «que dicen de los Nagüelles».
El poblado se alzaba bajo la colina que domina este pequeño valle, bien comunicado con los pueblos de su entorno pues por allí pasaban los caminos de Istán; Benahavís, que atravesaba el pago de Cotín, así como los de Ronda y Gibraltar, todos ellos enlazando con Marbella. Por esta zona, las vías de comunicación quedaban lejos de la franja costera para eludir los asaltos de los piratas y garantizar la seguridad a los viajeros mediante el refugio que ofrecían sus atalayas, torreones que formaban parte de las fortificaciones serranas del tercer nivel defensivo, o lo que el profesor Gil Sanjuán definió «línea de retaguardia».
Una vez más recurro al interrogatorio que hizo el bachiller Serrano a los ancianos de Cortes y Benahavís para conocer cuántos y cuáles eran los pueblos que conformaron el alfoz de Marbella. Todos fueron unánimes al afirmar que Nagüeles y Montenegral ya estaban despoblados en tiempos de la conquista, aunque ninguno supo decir la época en que se produjo el abandono porque las hazas de tierra continuaban siendo trabajadas por sus propietarios «doquier que estuvieran». Sin embargo, en la relación de propiedades, encontramos una verdadera joya toponímica sobre sus pagos, entre otros Archarraní; Aseniberlin; Algaida, Alholaydi; Almoraba; Benimaguera o Cotín, nombres que con el cambio del régimen nazarí al castellano dejaron de usarse posiblemente por su origen árabe. Una provisionalidad que se intuye en los propios repartimientos donde hacen constar: «Sobrado an de güertas lo que está en Nagüeles», compendiando en esta frase toda la nomenclatura de la alquería.
La mayor parte de sus tierras productivas se ubicaban en las laderas, formando explotaciones de tipo familiar con una horticultura de autoabastecimiento, árboles frutales y morales. Sus bancales y huertas eran irrigados mediante las acequias que partían del arroyo cercano al poblado y otras que, como las del Río Verde, regaban el pago de Algaida. El secano producía abundantes cosechas de cereales panificables, especialmente trigo y cebada, que pudieron ser el origen del molino junto a Río Verde citado en los documentos y que, a mediados del XVI, era propiedad de los Villegas, quienes lo arrendaban por el tiempo de la molienda y unos 23 ducados.
Los viñedos ocupaban las tierras del piedemonte, aprovechando el bosque circundante para plantar colmenas, provisión de leña para los hogares y como pastizales de los ganados. La producción de cereales entró en decadencia con los castellanos, aunque en los años subsiguientes aún se mantenían las tierras de pan llevar que sus flamantes propietarios arrendaban a moriscos de los pueblos vecinos, como el realizado por Fernando Lara sobre el cortijo que tenía «desta parte de Río Verde», por cuatro años y 15 fanegas de trigo cada uno. Más tarde, la cebada sustituyó al trigo hasta que llegó «la fiebre del viñedo» y lo convirtió en cultivo predominante que sucumbió con la filoxera de principios del siglo XX. Al menos así se constata en las cartas de venta, dote, o imposición de censo, sobre viñas en este paraje, lugar asimismo elegido por el alcalde Bazán para comprar «todas las tierras de aquel cabo, e del arroyo, para poner viñas».
Una vez finalizados los repartimientos de Marbella, sobraron 30 caballerías de tierras para cultivar cereales en diferentes zonas y que fueron adjudicadas en concepto de mejoras a caballeros de alcurnia, a fin de gratificarlos por su colaboración en la guerra. Las situadas en Nagüeles se entregaron a ocho personas, de las que destaco las de Diego de Toledo, en la pasada de Río Verde «junto al arroyuelo»; por las de Nuño de Villafaña pasaba «el camino real que va a Ronda», o las de Alonso Méndez, atravesadas por el de Gibraltar. De esta forma, estos terrenos pasaron a engrosar las propiedades de la naciente oligarquía local que gobernaba el municipio apoyada en sus posesiones. La vieja alquería fue durante años el lugar que sustentaba el poder de esta élite, presagiando el destino que se le daría en el siglo XX, cuando sus predios fueron convertidos en lujosas residencias para gente adinerada.
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