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Alegría salvaje

Lunes, 12 de marzo 2018, 07:42

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Ayer domingo la liturgia católica celebró el domingo de la alegría, el domingo laetare. El desierto cuaresmal fue interrumpido durante unas horas con la alegría ... como protagonista. La alegría para el cristiano, fruto del Espíritu, está íntimamente unida a la vida. Como también la alegría purificada, limpia y clara está íntimamente unida a la prueba. A veces la vida se parece más a una guerra que a un prado de flores. Y sin embargo, aún en medio de la lucha, es posible resistir blandiendo la alegría. La alegría verdadera que no se confunde con la mueca caricaturesca del está todo bien, ni la risa grotesca de la diversión del finde, ni mucho menos la pretendida alegría alimentada por la droga. Tampoco es el trofeo de los vencedores. La alegría es pequeña e íntima. Fruto de la paz interior. A la alegría se llega a veces a través de un encuentro azaroso. De hecho, cuando nos toma por sorpresa parece que fuera parte de nuestra naturaleza porque en el fondo responde a la lógica de la existencia: allí está ella seductora, transigente, buscándote. Solo se trata de reconocerla y hacerla tuya.

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