Edificio Astoria: error y oportunidad
Ofrece todas las posibilidades para, aprovechando sus enormes dimensiones, convertirlo en un espacio social y también cultural, esa prolongación de la propia plaza de la Merced
YSABEL TORRALBO / PORTAVOZ DE MÁLAGA AHORA EN EL AYUNTAMIENTO DE MÁLAGA
Sábado, 28 de noviembre 2015, 12:44
El abandono en que después de once años continúa el antiguo edificio del cine Astoria simboliza a la perfección los grandes errores de la política ... municipal de Málaga, pero también ofrece una oportunidad inigualable para corregirlos.
Dos de esos errores, el derroche y la improvisación, están íntimamente ligados, y solo así se explican los más de 20 millones, entregados en metálico y en suelo, que costó al Consistorio la operación para hacerse con el inmueble. Aun así, Francisco de la Torre declaraba recientemente que encontrar un proyecto para ese edificio «no es prioritario». Yo creo que sí, y lo creo porque, a mi juicio, otro de los males que aquejan a nuestra política es la ausencia de un modelo de ciudad, la falta de una mirada a largo plazo. En el Centro esto se evidencia a las claras.
El Centro de nuestra ciudad ha sufrido en los últimos años un intenso proceso de remodelación impulsado por el Consistorio, que no parece haber medido sus consecuencias. El resultado ha sido el de un incremento de visitantes, cierto, pero también el de un más que notable descenso en la calidad de vida de sus vecinas y vecinos. Se han alcanzado situaciones vergonzosas. Así, desde hace un año, tras el cierre del Mercado de la Merced y su posterior conversión en espacio hostelero, las vecinas y vecinos de la zona no disponen de establecimientos para sus compras de primera necesidad. Al tiempo, calles enteras se llenan de cadenas y franquicias textiles, por ejemplo, las únicas capaces de pagar los altos alquileres tras el fin de la renta antigua.
Los bares enfocados al turismo de masas ha crecido un 84% en el Centro desde 2011 a 2014. De hecho, acumula él solo 409 terrazas, casi el 40% de las autorizadas en toda la ciudad. El Observatorio de Medio Ambiente Urbano de Málaga (OMAU) ha sido contundente: corremos el riesgo cierto de expulsar a las vecinas del Centro y convertirlo, según su expresión, en «una ciudad de cartón piedra».
No podemos, por tanto, permitirnos ningún proyecto que agrave esta situación. Por el contrario, debemos convertir el edificio Astoria en una prolongación del lugar donde se ubica, la plaza de la Merced, uno de los pocos lugares del Centro que aún permiten el esparcimiento de sus habitantes.
No está de más recordar que Málaga perdió la carrera por la capitalidad cultural europea del próximo año precisamente por mostrar un proyecto asentado únicamente en grandes museos y eventos. Si bien nadie duda de este logro, el jurado, sin embargo, penalizó la ausencia de un tejido cultural vivo, que diera salida a las creadoras y creadores locales y contara con un circuito real de muestras y exhibiciones. Ese era el elemento diferenciador que pusieron sobre la mesa otras ciudades, como Córdoba y San Sebastián, en una época en la que, por ende, la negociación con La Casa Invisible estaba atascada.
El edificio Astoria, en este sentido, ofrece todas las posibilidades para, aprovechando sus enormes dimensiones, convertirlo en un espacio social y también cultural, esa prolongación que señalaba más arriba de la propia plaza de la Merced. No solo eso, sino que las ideas deben llegar a través de un proceso real de participación e intervención ciudadana, en el que evidentemente las vecinas de la zona sean tenidas en cuenta de manera efectiva.
Entre las ideas que he tenido ocasión de estudiar, me ha llamado la atención la de crear una Escuela Municipal de Cinematografía, en colaboración con el Festival de Cine. Esto permite aunar tanto la formación como la exhibición. Además, el edificio debería dar cabida a asociaciones vecinales, acoger actividades infantiles, promover muestras y exposiciones, habilitar espacios compartidos para la creación y el trabajo. En definitiva, el Astoria debe ser un verdadero catalizador social y cultural de un entorno que corre el riesgo de fosilizarse o, en todo caso, de albergar proyectos en un sentido contrario. Así parece que se perfila el de la antigua cárcel de Humilladero, de nuevo pensado en el visitante y no en el tejido real que sostiene la ciudad a largo plazo.
El Astoria, incluso, puede servir para innovar en el modelo de gestión: los propios artistas, las asociaciones, el alumnado, etc., tendrían ocasión de participar directamente en el diseño de las actividades, en el destino de las aulas o salas de muestras, en el calendario, etc. No se trata, por tanto, de un modelo tutelado por la Administración, sino más bien garantizado por esta. Hace falta un poco de audacia política en nuestro Ayuntamiento, mucho más que calcar propuestas que, en otras ciudades, ya han demostrado su pronta fecha de caducidad. Por eso, el Astoria presenta una oportunidad excepcional.
Aprovechémosla.
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