La Cónsula no es Andalucía
Pero ya hay poco margen para las mentiras, agotado por Susana Díaz en la campaña electoral
Teodoro León Gross
Lunes, 7 de septiembre 2015, 09:21
Algo huele a podrido en Andalucía, como en la Dinamarca shakespeareana de Hamlet. Las escuelas de hostelería de La Cónsula y La Fonda siguen degradándose, ... mes tras mes, sacudidas por la incertidumbre, arrastrando las miserias de un conflicto que después de tres años sólo puede presagiar un mal final. La gangrena tiene un punto de no retorno; y ya no quedan líneas rojas. Cargarse una de las pocas marcas de gran prestigio construidas bajo la tutela de la Junta de Andalucía puede ser un hito estelar para la Junta de Andalucía.
'La Junta anuncia que las clases en La Cónsula comenzarán en pocos días': ese titular es de esta semana, sí, y de otoño de 2014, pero sale de la hemeroteca de 2013. Con escasas variaciones, los mismos titulares se han publicado una y otra vez en los últimos años: normalización inmediata, problemas burocráticos temporales, compromiso de la Junta, solución definitiva. Y siempre era mentira. Durante algún tiempo podía parecer verdad, sencillamente apoyándose en un razonamiento coherente: ¿por qué querría la Junta cargarse dos de sus centros de formación con mayor éxito y prestigio? Algo así resultaba inverosímil, pero cada vez están más cerca de alcanzar ese objetivo catastrófico e incomprensible.
Qué lejos parecen ahora aquellos años dorados de las escuelas bajo la batuta del gran maestro Rafael de la Fuente para formar talento gastronómico y hostelero en la Costa del Sol. Ayer este periódico publicaba una fotografía impresionante: el patio de la escuela cubierto de sábanas y pancartas con mensajes de protesta. El escenario evocaba una facultad en los años setenta, minutos antes de un recital de Raimon reventado por los grises, o cualquier otro lugar en guerra política. La Junta, en tres años, ha llevado a eso a unas escuelas estupendas donde sólo aspiran a hacer su trabajo, cobrar la nómina y pagar a los proveedores. Primero se atribuyó la crisis a una transición de Empleo a Educación, y ahora a una transición de Educación a Empleo; desde luego, es la coartada perfecta si se trata de darle categoría de esperpento. Pero ya hay poco margen para las mentiras, agotado por Susana Díaz en la campaña electoral por evitar que las escuelas le estropearan el discurso. Ella vendía la Andalucía de la modernidad, la educación, el trabajo. y entre esa palabrería encajaba mal la fotografía real de las escuelas.
Todo esto coincide en la prensa con el escándalo de los cursos de formación que investigará el Parlamento, y eso multiplica la indignación: durante años, la Junta ha dilapidado cientos de millones regando a empresas fantasma y conseguidores de su cuerda, financiando cursos simulados y defraudando a parados y alumnos. mientras sus escuelas de mayor prestigio languidecían por incompetencia o por desidia. Una imagen demoledora para la Junta de Andalucía, que presume de ser el último coto de la política progresista. Esto es un coto, sí, pero su coto.
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