FLAMENCO SHOW
Martín Moniche
Miércoles, 11 de marzo 2015, 12:50
Comentaba no hace mucho tiempo con dos entusiastas del flamenco en Málaga, Paco Roji y mi amigo de la infancia Andrés Varea, que incomprensiblemente en ... Málaga y también en la Costa, las tabernas flamencas han desaparecido del mapa. Al igual que en Sevilla podemos disfrutar de una variada y rica programación en algunos tablaos con solera, véase La Carbonería o en Granada perdernos por las cuevas del Sacromonte, en la ciudad de las mil, ya no queda ni una. Los malagueños cuando pasamos página somos temibles. Ya se habló hace algunos años de recuperar el local que albergó en las primeras décadas del pasado siglo el nombrado, flamenco y poético, Café de Chinitas. Actualmente el local es propiedad de la familia Romero de la Cruz y puedo imaginarme los emolumentos que solicitarán cuando alguna administración se acerque con interés de proyecto, sabedores del rico bombón que manejan en sus manos. No es necesario subir tan alto. Podría plantearse un plan de acción coordinado entre las distintas administraciones que pudiesen contemplar exenciones fiscales, distintas moratorias, licencias sin interminables litigios y otras posibles prebendas a los inversores que deseen embarcarse en un proyecto cultural de esta naturaleza. Las nuevas tabernas flamencas vendrían a suplir la falta de espacios y de un circuito profesional que muchos artistas del género reclaman desde hace años y además supondrían un revulsivo, como ya pudimos comprobar hace algunas décadas para el turismo. No obstante, además de la primera industria de la provincia está el arraigo cultural de una tradición milenaria. Imagínense adentrarse en un local a modo de cueva totalmente ambientada en una del XIX; donde un mesonero ataviado con las prendas de un bandolero de la Serranía, te introduzca en un decorado salón con un tablao circular de madera al fondo donde el espectáculo esté a punto de comenzar. La carta llena de sabedores y ricos vinillos de la tierra, jamón de categoría, queso viejo y berzas o 'pringá'. Antes de que nada empiece el éxito, os lo aseguro, lo tenemos ya.
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