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CON PERMISO

Brecha salarial

Isabel Naranjo

Miércoles, 18 de febrero 2015, 12:42

Esta semana hemos conocido el enésimo informe que advierte de las insultantes diferencias que sigue existiendo entre los emolumentos que perciben las mujeres, respecto de los hombres. El documento en cuestión, advierte de que las féminas tienen que trabajar 81 días más al año que los varones o, lo que es lo mismo, habrán de producir once años y medio más que ellos para igualar salario y para poder percibir la misma pensión. Como si fuera poco el esfuerzo que en la mayoría de los casos han de afrontar para hacer conciliar vida laboral y doméstica, amén de esa otra tarea invisible, silenciosa y sacrificada que realizan de forma altruista, de puertas para adentro.

Con independencia de la complejidad que encierra una coyuntura en la que intervienen numerosos factores, cuesta comprender el por qué a priori se pone en tela de juicio la capacidad y aptitudes que puedan tener las mujeres, máxime cuando son reiteradas las estadísticas sobre excelencia académica en este colectivo.

Una predisposición supeditada exclusivamente por razón de sexo, que hace no ya condicionar el salario a percibir, sino el tipo de puesto a desempeñar. Y, aunque nadie lleva tatuada en la frente su nómina, es obvio y conocido que es siempre en el caso de las mujeres bastante inferior a la que pueda percibir el sexo contrario, aunque el nivel de responsabilidad sea el mismo, incluso. Por no hablar de la escasa o nula presencia de mujeres en puestos de dirección, en ámbitos relevantes de este país como la economía o la política, donde brillan por su ausencia, porque se silencia o ignora el talento innato que buena parte de esas trabajadoras tradicionalmente discriminadas poseen.

Este domingo se celebra el Día por la Igualdad Salarial, efeméride ante la que las centrales sindicales se rasgarán una vez más las vestiduras haciendo ver su impostada preocupación por esta tesitura adversa a las mujeres. Pero más allá de las soflamas sindicales que protagonicen esos preocupados representantes laborales se antoja y exige una reflexión a las altas instancias: que propicien de una vez por todas la erradicación definitiva de esa brecha salarial que no sólo posibilitaría la consecución de mayor prosperidad para el conjunto del mercado laboral. Y no sólo porque lo diga la Comisión Europea, ha de ser una máxima aplicable y exigible a todo aquel que tenga voz y voto en la materia: la igualdad, vale la pena.

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