Vidas truncadas
Isabel Naranjo
Miércoles, 11 de febrero 2015, 12:37
En apenas tres días la provincia ha asistido a tres fallecimientos que han conmocionado a la sociedad malagueña por las circunstancias en que se han ... producido. El primero de ellos, el accidente mortal el pasado domingo en Vélez-Málaga de un ciclista de mediana edad, que se suma a la larga lista de vidas sobre el asfalto. Tendría continuidad tan sólo un día después a primera hora de la mañana en el paseo marítimo de Poniente, donde puso fin a su vida un menor 17 años que se dirigía en moto al Instituto de Bachillerato de Las Esclavas, cuya motocicleta impactó con un camión, causando su muerte en el acto.
Carlos era un joven entusiasta cuyos compañeros y profesores le recuerdan como un ser extraordinario al que difícilmente olvidarán. La fatalidad se cruzó en el camino de estas dos personas, cuyos familiares y allegados tardarán tiempo en asumir que jamás volverán a verles.
No por esperada, ya sea por una enfermedad inexorable u otra circunstancia, una muerte es menos dolorosa que otra, pero bien es cierto que psicológicamente puede uno ir haciéndose a la idea de que tarde o temprano llegará el desenlace.
Pero recibir una llamada telefónica y escuchar a un interlocutor para ti desconocido informándote del fallecimiento de un ser querido debe ser una sensación difícil de explicar. Hay algo peor, sí. Que no sea el destino o la fatalidad el causante de la muerte, sino la voluntad o intención del ser humano.
Y que un pequeño de tres años de vida, que apenas hace unos meses no sabía hablar, diga adiós a la vida porque así lo ha decidido otra persona, no puede tener perdón alguno. No es de extrañar ante episodios de esta índole que a uno se le pase por la cabeza que el castigo que merezca el autor de un crimen de estas caracteristicas sea la pena de muerte. Y a los detractores que se rasgan las vestiduras ante esa modalidad de penitencia, cabría preguntarles qué harían en el caso de ser el padre o madre de un niño con un final como el Alejandro. Es fácil teorizar, difícil saber si no pensarían de distinta forma llegado el caso. Porque un ser inocente no merece morir de esa foma, ni alguien tiene derecho a causar tanto dolor innecesario por una muerteque ha helado miles de corazones y truncado la vida de todos sus seres queridos.
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