Los condicionantes de Susana
Isabel Naranjo
Miércoles, 21 de enero 2015, 12:29
Ninguno se salió del guión y, como era de esperar, los secretarios provinciales del PSOE andaluz expresaron ayer su respaldo a la decisión que adopte ... la presidenta Susana Díaz ante la -por ella misma reconocida- inestabilidad del pacto de gobierno que mantiene desde el principio de la legislatura con Izquierda Unida.
Tal vez no todos mantienen la misma opinión ni aprueban, por el riesgo que pueda conllevar, un adelanto electoral; pero, cara a la galería, sonrisas y felicidad ante la buena nueva. Porque la noticia del embarazo de la jefa del Ejecutivo andaluz esta siendo esta semana la excusa perfecta para sugerir un posible adelanto electoral y servir de argumento para justificar esa hipótesis. Una cortina de humo en toda regla para esconder las más que evidentes desavenencias entre los socios de gobierno, legítimas y propias de cualquier pacto que se precie, especialmente en la recta final del mismo.
Es obvio que un estado de gestación, en este caso de un primer hijo, tiene ciertas connotaciones y puede acarrear algunos condicionantes para la imparable dirigente socialista trianera pero considerar que la llegada del bebé ha de movilizar en las urnas a más de ocho millones de andaluces, se antoja osado e incluso ofensivo a la inteligencia.
Susana Díaz, que tiene toda la potestad que le confiere el cargo para convocar la cita en las urnas cuando estime oportuno, sostiene no obstante que su embarazo no condicionara el calendario electoral. De hacerlo, pondría en entredicho su propia credibilidad, habida cuenta de que hace tan sólo una semana consideraba síntoma de debilidad el adelanto en Cataluña, expresando su voluntad de no verse obligada a actuar a imagen y semejanza de su homólogo Artur Mas.
Lo cierto es que ese anticipo sí ha sobrevolado su cabeza y sigue siendo una firme posibilidad ante la que sigue deshojando la margarita, rechazada por una IU que quiere seguir saboreando el poder hasta el fin del mandato.
De materializarse, no estaría de más que por una vez en la vida y como ocurre en tantas otras comunidades, la convocatoria coincida con la cita del 24 de mayo. No sólo por aquello de ahorrar costes y duplicidades innecesarias, sino pensando en el sufrido elector. Que no tenga que pasar dos veces en tan sólo cuatro meses por el duro trance de decidir en quien manos de quien deposita su confianza para los próximos cuatro años, en el mejor de los casos.
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