Plus de disponibilidad
Isabel Naranjo
Miércoles, 24 de diciembre 2014, 12:29
Era un secreto a voces que ayer dejo de serlo. Esperanza Aguirre quiere aspirar a relevar a Ana Botella al frente de la Alcaldía de ... Madrid. Su decisión de hacer firme y pública su disponibilidad ha provocado un sinfín de reacciones a favor y en contra de la forma en la que se manifiesta y actúa la otrora ministra de Educación, presidenta del Senado y posteriormente de la Comunidad de Madrid.
Pese a que no hay político sobre la faz de la Tierra al que no le guste sentir cómo el aparato le tira los tejos, dice Aguirre que no quiere hacerse de rogar. Puede que no sea cierto aunque en esta ocasión da fe de ello el hecho de que haya decidido abrir ella misma la puerta y postularse sin esperar a que nadie llamase de forma previa al timbre. Vaya a ser que el siempre dubitativo e indeciso presidente del PP tenga otras opciones en mente que puedan echar por tierra sus pretensiones.
Así es la política, y no hay regla escrita sobre la forma en la que uno se ha de erigir como candidato ante un proceso electoral. Unos se imponen, y otros se ofrecen voluntariamente en un gesto que puede ser entendido por algunos como osado, valiente por otros tantos, aunque en la mayoría de los casos con la mejor de las voluntades, por qué no creerlo.
Y, partiendo de esa premisa, no habría, por tanto, de extrañar que una persona como es el ejemplo en cuestión, -una persona con dilatada trayectoria en distintas responsabilidades-, quiera dejar tan explícitamente claras sus intenciones, pese a haberse dicho durante meses y meses «en la reserva».
De ser elegida, no valdrá el recurrido argumento de que uno ha sido designado vía dedazo sin consultar a las siempre abandonadas a su suerte bases de la organización de turno.
La convocatoria de elecciones municipales está a la vuelta de la esquina y los partidos políticos que a ella concurran no han de demorarse en definir las personas con las que quieren optar a dirigir los pueblos y ciudades del país. Basta de intrigas, y de medir tiempos en función a encuestas u otros parámetros que no hacen sino sembrar dudas y dilatar procesos que se eternizan en el tiempo. Bienvenidos sean los pasos al frente de todo aquel que de forma voluntaria, sienta el libre y legítimo deseo de encabezar una candidatura.
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