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CON PERMISO

Gestionar emociones

Isabel Naranjo

Miércoles, 3 de diciembre 2014, 12:06

Hablar en público, asistir a una reunión de trabajo en la que no conoces a tus interlocutores, o montar en avión son algunas de las múltiples situaciones que pueden producir en el común de los mortales episodios de inseguridad, bloqueo o vacilaciones que derivan en miedo e incluso pánico, entendido como un mecanismo de defensa ante la incertidumbre que representa para muchos lo desconocido.

Sugieren los expertos en la materia trabajar e implementar técnicas de control y refuerzo de la autoestima para poder templar los nervios y afrontar de forma airosa posibles adversidades. Todo ello, con el objetivo de no sucumbir a las malas pasadas que en no pocas ocasiones juegan las emociones.

No es común que ocurra en el colectivo de personajes públicos en su más amplia acepción, pero menos aún en artistas o cantantes que viven de agradar a su público. Sin embargo, todos somos en mayor o menor medida vulnerables y es prácticamente inevitable que en algún momento de nuestras vidas flaqueemos como le ha ocurrido este fin de semana a la cantante Pastora Soler, quien durante una actuación en Málaga fue presa de miedo escénico y se vio obligada a poner un punto y aparte en su carrera profesional.

No parece padecer ese estado transitorio-inhibitorio la clase política a tenor de lo osado de muchas de las actitudes y manifestaciones de uno y otro, que llegan a emular y hacernos recordar incluso a artistas que en su día lo fueron todo aunque hoy en día hayan caído en desgracia.

Las declaraciones de la presidenta andaluza Susana Díaz en las que afirmó sentir que se le parte el alma ante la corrupción política son más propias de una tonadillera representando su mejor papel encima del escenario que de alguien que preside una de las comunidades autónomas más grandes del país.

Porque más que gestos y palabras, la vida se compone de hechos y acciones. Y más aún la actividad política, donde la ciudadanía demanda y exige cada día una mayor contundencia en la gestión, y menos frases redundantes carentes de contenido, tendentes con demasiada frecuencia al pleonasmo.

Señores políticos, controlen pues esos estímulos que derivan en emociones y apliquen más contundencia y credibilidad a sus afirmaciones; no las dejen en eso, y acompáñenlas de mayor determinación para no caer en la tentación de pensar que a más de uno se le va la fuerza por la boca.

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