Estudiar sin desesperar
Isabel Naranjo
Miércoles, 12 de noviembre 2014, 12:37
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Isabel Naranjo
Miércoles, 12 de noviembre 2014, 12:37
Las estadísticas relativas a la tasa de paro que ataca con mayor virulencia cada vez a la comunidad universitaria son ciertamente desalentadoras, aunque es cierto que poner de manifiesto una y otra vez ese panorama desolador puede desmotivar a alguno de esos estudiantes potenciales integrantes de las listas del INEM, que han dejado de creer en la filosofía JASP.
Y es que siguen siendo Jóvenes aunque sobradamente preparados, pero ya no tienen la garra y rebeldía que acompañaban a unas inmensas ganas de comerse el mundo, porque queda poco que llevarse a la boca, y han pasado en muchos casos a engrosar el colectivo nini.
Nos dice un reciente estudio de la UMA que si años atrás siete de cada diez universitarios encontraba trabajo al finalizar sus estudios, a día de hoy menos de la mitad hace lo propio. Pero, el problema no es que estudiar una carrera no sea la mejor vía para encontrar un puesto de trabajo, sino que simplemente los trabajos escasean, y la crisis por más que intenten encontrar brotes verdes, sigue siendo una realidad palmaria.
Con todo, no hay que llevarse a engaño: no es peor punto de partida el de un universitario recién licenciado que el de cualquier otro joven que no haya tenido recursos para poder formarse como hubiera deseado o que simplemente no ha querido hacerlo. No siempre formación ha sido sinónimo de éxito, pero no menos cierto es que sigue siendo un activo importante a la hora de engordar el currículum.
Capítulo aparte merece la a veces temida fuga de cerebros que es vista por muchos como una oportunidad, y por otros como todo un fracaso por parte de un Estado que ve cómo su principal activo ha de hacer la maleta para sortear el incierto presente y buscar más allá de nuestras fronteras el futuro que aquí se les niega.
Sea como fuere, no hay que tirar la toalla ni desesperar si uno se plantea iniciar una carrera aunque sea demasiado abultado el porcentaje de trabajadores que se ve obligado a aceptar empleos de una menor cualificación que la que uno posee. Ya vendrán tiempos mejores.
Y mientras tanto, esta coyuntura ha de conminar a las administraciones no sólo a reflexionar sino a garantizar una apuesta firme y comprometida que destierre cualquier tipo de recorte sobre la educación, uno de los pilares del desarrollo no sólo social, sino economómico del país.
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