«Ni andaluces ni africanos; somos españoles de Ceuta y Melilla»
Las palabras de la exministra María Antonia Trujillo, en las que cuestiona la españolidad de las ciudades autónomas, han generado un profundo malestar entre sus vecinos
El título de la conferencia, 'Un plan para reforzar las relaciones entre España y Marruecos: ¿Dónde empieza la historia? ¿Dónde acaba España?', era toda una ... declaración de intenciones. Y María Antonia Trujillo no defraudó al foro que la Universidad Abdelmaalek Essadi de Tetuán había reunido el pasado viernes 2 de septiembre en unas jornadas sobre las relaciones hispano-marroquíes y que inauguró el ex presidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
Sus manifestaciones, en las que cuestionaba la españolidad de Ceuta y Melilla, han originado un terremoto político porque quien las pronunciaba no sólo es española –nació en Peraleda de Zaucejo (Badajoz), en 1960–, sino que además fue ministra de Vivienda en el primer Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y consejera de Educación de la legación diplomática española en Rabat con Pedro Sánchez, cargo este último del que fue cesada en mayo también envuelta en críticas. Si con su polémica destitución mermó sus aspiraciones de ser embajadora, con estas declaraciones ha terminado de enterrarlas.
La exministra afirmó, ante un público que –dicen– aplaudió entregado sus postulados, que las ciudades de Ceuta y Melilla, los peñones e islotes, suponían una «afrenta a la integridad territorial de Marruecos». También dijo que eran «vestigios del pasado» que interferían en la «independencia económica y política» y en las buenas relaciones entre los países, con lo que se alineó con la tesis de Rabat, que reclamó formalmente la soberanía sobre ambas ciudades en 1956. Bajo ese hilo argumental, llegó a manifestar que ambas plazas habían sido durante más tiempo árabes que cristianas.
Sus palabras tuvieron una enorme repercusión a ambos lados del Estrecho [las jornadas, desde ese punto de vista, fueron un éxito], aunque con muy desigual resultado, porque Trujillo pasa de heroína a villana en lo que se cruza la frontera por Beni-Enzar o el Tarajal. La exministra no ha encontrado aliados en el país al que hasta hace poco representaba. El Gobierno se desmarcó de su discurso –«no dudamos de la españolidad de Ceuta y Melilla», dijo el portavoz del grupo parlamentario socialista, Patxi López–, así que hasta en su propio partido le han dado la espalda.
Pero donde más han escocido sus palabras ha sido, lógicamente, en las dos ciudades autónomas. La Asamblea de Melilla, en un pleno extraordinario, ya ha declarado a Trujillo 'persona non grata'. Ceuta votará este próximo martes, aunque se intuye el mismo desenlace.
El presidente-alcalde ceutí, Juan Jesús Vivas, considera sus declaraciones un «ataque a España», sobre todo tratándose de una exministra del Gobierno de la Nación, y evidencia un «profundo desconocimiento» de la historia. «Es una falta de respeto a ceutíes y melillenses, que nos sentimos españoles en lo más profundo de nuestro ser, independientemente de nuestra religión», afirma Vivas.
En Ceuta y Melilla conviven respectivamente unas 83.000 personas –curiosamente, la cifra de habitantes de las ciudades hermanas es muy similar– y cuatro culturas. La mayoría se reparte entre cristianos y musulmanes (en ambas localidades representan ya el 50% de la población), aunque también hay judíos e hindúes. En los apenas 18 kilómetros cuadrados de Ceuta hay hasta cuatro cementerios, uno para cada religión.
Aunque administrativamente han dependido en algunos aspectos de Andalucía (siempre ha existido una relación especial de Ceuta con Cádiz y de Melilla con Málaga), si preguntas a sus habitantes, la mayoría responde que no son ni andaluces ni africanos: «Somos españoles de Ceuta o de Melilla». Sonia ha vivido en ambas ciudades, aunque ahora reside en la Península. «Estoy muy cabreada con todo el asunto este de la exministra», suelta, nada más preguntarle qué piensa sobre su discurso. «Lo que tiene que hacer esta señora es dejar la política y ponerse a estudiar, empaparse bien la historia de España. Que Ceuta y Melilla pertenezcan a Marruecos... más incultura no se puede tener», añade.
Debate interminable
Un policía local de Ceuta, que prefiere mantenerse en el anonimato, pero que conoce la ciudad como la palma de su mano, afirma: «En pocas ciudades se siente España tan profundamente como en Ceuta y Melilla, precisamente porque cada cierto tiempo nos vemos amenazados con este tipo de manifestaciones, bien sean de un político o de un iluminado, por eso nos reafirmamos más en nuestra condición de españoles».
Lo cierto es que el debate no es nuevo y se reabre cada cierto tiempo, como si las fronteras que recorren ambas ciudades no hubieran terminado de cicatrizar del todo. «Aquí ya nos manifestamos contra Fraga por lo mismo», afirma Abdesalam. En 1976, él se echó a la calle con sus vecinos de Melilla para protestar contra el exministro y contra su partido, Reforma Democrática, por su 'Libro Blanco', en el que se venía a plantear que, para que España lograra la restitución de Gibraltar, tendría que ceder Ceuta y Melilla.
Más recientemente, en 2007, desde el otro lado de la frontera se inició un movimiento, el Comité para la liberación de Ceuta y Melilla, que llevó a cabo diversas acciones de reivindicación nacionalista, como la ocupación durante horas del Peñón de Vélez de la Gomera, de soberanía española, además de protestas contra la visita Real a Ceuta y la ocupación de Perejil. Sin embargo, se fue diluyendo con el paso del tiempo hasta que en 2014 se anunció su disolución definitiva.
Pero todos esos movimientos, que tienen más que ver con la política que con el sentir de la ciudadanía, siempre vienen del exterior, nunca de las ciudades autónomas. «Ceuta vibra con los símbolos de España, su himno y su bandera, y también con su ejército. Se llamen como se llamen y recen a quien recen», asegura el policía local, que recuerda manifestaciones externas «tan evidentes» como la «colocación masiva de banderas durante la pandemia».
De la «fidelísima» Ceuta a la «muy valerosa» Melilla
Las declaraciones sobre Ceuta y Melilla realizadas por María Antonia Trujillo provocaron un incendio sobre las ascuas de las siempre tensas relaciones entre España y Marruecos. La exministra empleó, como si de un acelerante se tratara, la cuestión de la integridad territorial del país norteafricano, lo que demuestra que, en realidad, el principal argumento es geográfico.
Trujillo, que fue presentada como profesora en Derecho Constitucional, consideró que Ceuta y Melilla son «dos anomalías» de la historia porque suponen una muestra de la «supervivencia anacrónica del colonialismo en África». También aludió a que, antes de pertenecer a España, formaron parte de la civilización islámica (y antes a fenicios, cartagineses, romanos, visigodos...).
Lo único cierto es Ceuta y Melilla jamás han pertenecido a Marruecos, sino que han permanecido durante siglos bajo la soberanía española, mucho antes de que el país norteafricano existiera como el estado que hoy es.
Ceuta hunde sus raíces hispanas en la monarquía visigótica y sólo las perdió en dos momentos muy concretos de su historia. El primero fue en el año 711 con la invasión musulmana, que comenzó precisamente con la caída de la ciudad.
El segundo tuvo lugar en 1415, cuando Ceuta fue conquistada por Portugal, aunque pasó a ser de dominio español con la llegada de Felipe II, que unificó ambos reinos en 1580, convirtiendo la Península en una sola corona.
Cuando en 1640 se desató la Guerra de Restauración portuguesa (1640-1668), una parte de la población lusitana se rebeló contra el reino español en todos los territorios, pero en Ceuta ya había arraigado la corona hispana, y así se lo hizo ver el pueblo al Conde-Duque de Olivares enviando a un emisario.
A raíz de aquel gesto, Felipe IV tildó en 1641 a la plaza española de «noble y leal» por mantenerse del lado castellano pese a las revueltas. En 1656, Felipe IV les envió una Carta de Naturaleza que añadía, además, el título de «fidelísima» a la ciudad de Ceuta.
Cuando finalizó la guerra entre España y Portugal, a través del Pacto de Lisboa (1668), el reino de Castilla retornó todos los territorios de ultramar que había adquirido con la unificación monacal. Todos menos la plaza al sur del Estrecho de Gibraltar, esa que, contra viento y marea, decidió que quería ser española a toda costa.
Melilla, por su parte, era un campo de ruinas cuando una expedición andaluza mandada por el duque de Medina Sidonia, y encabezadas por Pedro de Estopiñán y Virués, tomaron la ciudad sin oposición (1497) y se encargaron de reedificarla. Melilla se integró plenamente a la Corona en 1556 y el rey Alfonso XIII le otorgó los títulos de 'muy valerosa y humanitaria'.
«Sólo tienes que ver la que se forma con las visitas de los Reyes», asegura Sabah, que se volcó en atender a los migrantes que cruzaron de forma masiva la frontera en mayo de 2021. Ella es musulmana y ceutí de tercera generación: «Yo no estoy de acuerdo para nada con la ministra. Soy española, me considero española y Ceuta es española. Estoy muy a gusto con mi ciudad y mi nacionalidad. No sé a qué ha venido lo que ha dicho la ministra, pero ha sentado mal a todos los ceutíes, cristianos y musulmanes».
El enfado es general. «Estamos indignados con esta señora, que además ha sido ministra. Sus palabras son de una gravedad extrema y de una deslealtad absoluta a España, aparte de una total ignorancia de la historia de este país. No puede alegar desconocimiento, ha ostentado un cargo público para el Gobierno español en Rabat. Ha actuado de mala fe. Parece estar comprada por los postulados anexionistas de Marruecos», apunta el agente.
La exministra inició en 2015 una relación sentimental con el traductor marroquí Nordin Fatah, que era miembro de la Unión Socialista de Fuerzas Populares en su país, y se mudó hace tres años a Marruecos para dirigir la consejería de Educación de la embajada española en Rabat, que gestiona 11 centros de enseñanza en suelo marroquí. Tras la muerte de Nordin en 2021 por un cáncer, y después de su destitución como consejera, Trujillo se trasladó a Larache porque, afirmó entonces, «es el momento de devolver a este país lo que este país nos ha dado».
«Sus declaraciones son muy desafortunadas», sostiene Abdesalam, que vive en Melilla. «Hasta sus propios compañeros del PSOE –apostilla– estamos en contra». Faisal es la séptima generación de ceutíes de su familia: «Somos 'caballas' –nombre con el que se conoce popularmente a los habitantes de la ciudad–, ciudadanos españoles de origen árabe. Nuestros padres y abuelos han nacido aquí. No hay mucho que opinar sobre lo que ha dicho esta señora. Estamos muy molestos y punto».
Para hacerse una idea de la españolidad de Ceuta y Melilla, sirva como ejemplo una anécdota que recoge un artículo publicado por el periódico El Faro de Ceuta: «Un árbitro de fútbol de Primera División, de Ceuta, declaró a la prensa que el campo en el que más le gustaba pitar era San Mamés, en Bilbao, porque cuando se equivocaba en contra del Atlhetic, el público le gritaba: '¡Español!'. Es el más alto honor para un ceutí».
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