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El padre de los niños asesinados saliendo este sábado de los juzgados. EFE
La madre del crimen de Valencia declaró que enterró a sus hijos tras hallarlos muertos

La madre del crimen de Valencia declaró que enterró a sus hijos tras hallarlos muertos

Los investigadores creen que sufrió un brote psicótico la noche del doble crimen | Prisión para el padre de los niños por dos delitos de asesinato

Javier Martínez

Valencia

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Domingo, 17 de marzo 2019, 08:49

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La madre de los dos niños asesinados a golpes en Godella (Valencia), María G. M., de 28 años de edad, confesó ante la Guardia Civil que había enterrado los cadáveres, pero manifestó que ella no propinó los golpes a sus hijos, un bebé de cuatro meses y su hermano de tres años y medio, junto a la piscina de la parcela donde vivía la familia. Según la primera versión de la mujer detenida por el doble infanticidio, los menores ya estaban muertos cuando los encontró con fracturas craneales detrás de la caseta en ruinas.

La joven realizó estas declaraciones a última hora de la tarde del jueves cuando colaboró con los agentes del Grupo de Homicidios y les indicó el lugar exacto donde estaban las dos fosas. Horas después, María recibió atención médica en Hospital La Fe y luego fue trasladada a la Unidad de Psiquiatría del Hospital de Llíria, donde fue reconocida por un forense para determinar su estado mental.

Mientras la madre de los niños seguía hospitalizada, el magistrado titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Paterna, que se encontraba de guardia el día que la Guardia Civil halló los cadáveres, decretaba el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza del padre. Eran las siete de la tarde del domingo. Según informaron fuentes del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, el juez atribuye dos delitos de asesinato a Gabriel Salvador C. A., que se acogió a su derecho a no declarar tras seguir el consejo de su abogada de oficio. El juez tiene previsto interrogar hoy en el Hospital de Llíria a la madre, que sigue detenida como presunta autora de los dos asesinatos, mientras la Guardia Civil continúa las investigaciones para determinar el grado de participación de ella y de su marido en los infanticidios.

Antes de firmar el auto de prisión, el magistrado tomó declaración a dos jóvenes que colaboraron con la Guardia Civil en las primeras investigaciones y en el operativo de búsqueda de los menores. Cristina y Julia, dos amigas de la madre, confirmaron al juez que nunca habían presenciado malos tratos de Gabriel hacia María, pero precisaron que alguna vez habían visto cómo el padre pegaba al niño. Respecto a las condiciones en las que vivían los niños en la casa en ruinas en Godella, Cristina señaló que Gabriel la había arreglado y pintado recientemente para que la pareja y sus hijos pudiera tener un domicilio digno. «Instaló placas solares para la electricidad y también tenían agua y una chimenea», afirmó.

El operativo de búsqueda de los niños el día del suceso.
El operativo de búsqueda de los niños el día del suceso.

Según la joven, la pareja no vivía en condiciones infrahumanas en la parcela de Godella. «La parte trasera estaba en ruinas, pero la casa tenía sus habitaciones muy aseadas y los niños siempre estuvieron bien atendidos. María era buena madre y cariñosa con sus hijos. Todo esto es horroroso», señaló Cristina con el rostro cariacontecido. «Para nosotras ha sido muy duro», añadió a la salida del juzgado.

La joven recibió el pasado sábado un mensaje de WhatsApp muy preocupante de su amiga en el que le decía que quería quedar pronto con ella tras insinuar que podría ser la última vez que se vieran. «Nos han pasado muchas cosas y ahora si nos vamos para no volver me gustaría que vieras a Amiel por si fuera la última vez», escribió María cinco días antes de la muerte violenta de los niños. La testigo en ese momento no dio importancia a esas palabras, pero después del doble infanticidio considera que el mensaje era un trágico presagio. Otras amigas recibieron mensajes similares en los que la joven ahora detenida anunciaba que podría ocurrir algo que cambiaría su vida, y envió otro a su madre en el que afirmaba textualmente: «Me voy con el Creador».

Tras decretar el secreto de sumario el juez que instruye el caso, las abogadas defensoras del padre y la madre de los niños eludieron pronunciarse sobre la situación procesal de sus clientes cuando fueron abordadas por un grupo de periodistas en la puerta del juzgado. Aunque Gabriel fue trasladado sobre las nueve y media de la mañana a un calabozo judicial de Paterna, el joven no compareció ante el magistrado hasta cerca de las seis de la tarde. Las letradas de los dos detenidos entraron y salieron varias veces de las instalaciones mientras el juez realizaba otras diligencia de investigación relacionados con el caso.

Dos brotes psicóticos

Según las investigaciones de la Guardia Civil y una primera estimación del forense que examinó a María en el Hospital de Llíria, la joven sufrió dos brotes psicóticos en menos de un mes: uno en la noche del doble crimen y el otro hace tres semanas. Esto explicaría las manifestaciones de la pareja sobre el móvil de los asesinatos: una «reencarnación» de los menores tras sumergirse en el agua de una piscina, según afirmó el padre a los primeros guardias civiles que llegaron a la caseta, o la muerte de los niños y posterior «resurrección», como sostuvo la madre en otro momento de la angustiosa búsqueda de los pequeños.

La Guardia Civil constató que María se llevó a sus dos hijos hace tres semanas y durante unas horas estuvo con ellos en paradero desconocido. Su familia avisó a la Policía Local de Godella porque temía que pudiera hacerles daño, algo que no sucedió. Tras este brote psicótico ocurrido hace tres semanas aproximadamente, la joven recibió asistencia médica. El bebé de cuatro meses murió como consecuencia de varias fracturas craneales que sufrió por los golpes que le propinó su madre, presuntamente, pocas horas antes del hallazgo de los cadáveres. Su hermano de tres años y medio falleció también de forma violenta como consecuencia de las graves lesiones que presentaba en la cabeza, según los resultados de las autopsias realizadas en el Instituto de Medicina Legal de Valencia.

Una rápida investigación del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil posibilitó el hallazgo de los cadáveres tras convencer a la madre para que condujera a los agentes a los lugares donde los había enterrado: dos pequeñas fosas en la parcela. Ante la falta de colaboración de los padres en las primeras horas, un equipo de la Unidad de Análisis de Conducta Delictiva (UACD) de la Guardia Civil tenía previsto desplazarse a Valencia, pero al final no fue necesario porque los investigadores lograron persuadir a María.

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