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Casado, junto a Iturgaiz, en la sede del PP en Ermua el pasado viernes. E. P.
El cese de Alonso hace aflorar en el PP la inquietud por un modelo centralista de partido

El cese de Alonso hace aflorar en el PP la inquietud por un modelo centralista de partido

Cargos populares creen que la coordinación con los territorios sigue siendo la asignatura pendiente del equipo de Casado

Nuria Vega

Madrid

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Sábado, 29 de febrero 2020, 23:49

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La reflexión viene de lejos y, por tanto, no nace de la destitución de Alfonso Alonso como candidato en el País Vasco. Pero el cese del dirigente popular el pasado domingo sí ha hecho aflorar de nuevo la inquietud que reside en las filas conservadoras por una tendencia centralista que atribuyen a la dirección de Pablo Casado tanto en el discurso como en la forma de administrar el partido.

El mismo viernes en el que Alonso escenificó su profundo desacuerdo con la cúpula y el secretario general, Teodoro García Egea, firmó la coalición con Ciudadanos para concurrir a las elecciones del 5 de abril en Euskadi, algunas fuentes territoriales del PP ya lamentaron la falta de «coordinación interna» en las negociaciones. Sin entrar en los pormenores o en las diferentes perspectivas sobre lo ocurrido, la queja de la organización vasca por haber conocido «a través de la prensa» el avance de las conversaciones sobre el reparto de puestos en las listas despertó en el partido la preocupación por que los pactos se tejan sin especial «sensibilidad» hacia las estructuras autonómicas o sin haber cultivado el consenso previo con las mismas.

Cargos populares sostienen, además, que esa forma de proceder, que no tendría «suficientemente en cuenta» a las direcciones territoriales, denota un modelo de partido que, a su juicio, no se corresponde exactamente con la tradición del PP. Esas mismas voces recuerdan que el proceso de confección de las listas en las convocatorias electorales de 2019 también generó tensiones internas. Entonces, en algunas organizaciones echaron en falta una mayor escucha por parte de la cúpula nacional.

Si bien se trata de una formación jerarquizada e incluso históricamente «presidencialista», hay veteranos que tienen la impresión de que en otros tiempos los cauces con los territorios estaban mejor engrasados y se entendía la idiosincrasia de cada uno de ellos. Y eso, argumentan en el PP, además de las fricciones en las propias filas, puede tener consecuencias en términos de percepción de la marca en el electorado.

«En una comunidad como en el País Vasco no puedes trasladar la imagen de que las decisiones sobre la candidatura se toman en Madrid», apunta un dirigente ajeno a la crisis en Euskadi. Otras fuentes extienden esa misma lectura a territorios como Cataluña o Galicia, donde existe un fuerte sentimiento identitario no necesariamente asociado, puntualizan, al nacionalismo. De ahí que adviertan sobre la necesidad de preservar también los «rasgos distintivos» del discurso del PP en esos lugares para avanzar acorde a la «diversidad» de España.

El músculo del poder

En Galicia creen que, en buena medida, esa ha sido la clave del éxito y deducen que el músculo electoral de Alberto Núñez Feijóo funciona como freno de cualquier intento centralizador del discurso. Sugieren, además, mantener en estos territorios el «contacto con el terreno» y distanciarse de Vox, que presenta pulsiones contrarias al Estado de las autonomías.

Es por eso que en algunos sectores desconfían de la designación de Carlos Iturgaiz como candidato en el País Vasco. Más allá del respeto que suscita en los cuadros del PP, fuentes del partido temen que si sus mensajes van encaminados a «seducir al electorado de Vox», sólo consiga tender «una pasarela» de votos a la extrema derecha.

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