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PERSONAJES

Mirando al mar ·

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Jueves, 11 de julio 2019, 00:18

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Hace algunos años no se entendía el verano en la Costa del Sol, y especialmente en Marbella, sin dar un protagonismo destacado a los personajes famosos que nos visitaban y a los que aquí residían. Todos ellos formaban parte de una temporada de fiestas y saraos del más variado estilo que después quedaban plasmados en los medios de comunicación, principalmente en las revistas especializadas que a veces desembolsaban importantes cantidades de dinero por algunas fotografías, especialmente por las exclusivas.

Paparazzis nacionales e internacionales formaban un numeroso grupo de seguidores de los pasos de cualquier conocido que decidiera asomar la cabeza. Lo que empezó como un convencimiento de que su presencia era una promoción gratuita para esta zona turística terminó en una saturación en la que abundaban las excentricidades y salidas de tono en los comportamientos. Llegó un momento en que se murió de éxito.

Algunos personajes que fueron emblema de Marbella durante muchos años fallecieron. Otros volvieron a sus cuarteles de invierno y la situación fue reconduciendose a una mayor normalidad, entendida esta como una forma de valorar una zona de vacaciones o de turismo residencial sin que el elemento importante fuese el número de famosos o seguir la moda de lo que ellos marcaban.

Cuando Marbella todavía no era un nombre potente en el mundo del turismo, cuando solo empezaba a vislumbrarse un futuro interesante, hubo empresarios y políticos locales que decidieron utilizar parte de su patrimonio para ofrecérselo a personajes conocidos y que llegaran a ser vecinos de la ciudad, pensando en la promoción que conllevaría. De esta manera, los hermanos Enrique y Juan Belón donaron una magnífica finca en la zona de El Calvario a una de las más destacadas artistas del momento, Lola Flores, que aceptó encantada. Allí construyó una espléndida casa utilizada durante muchos años junto a su marido y sus hijos, sobre todo en vacaciones. La casa terminó perdiéndose a causa de las deudas de Lola; primero la mitad, que fue embargada. La otra parte la heredaron los hijos y siguió el mismo camino.

En este chalet pasó parte de su vida Lolita, que terminó hasta casándose en la parroquia de la Encarnación, aunque fuese de aquella manera. Ahora, la hija de Lola Flores ha hecho unas declaraciones televisivas diciendo que ya no le gusta venir por aquí, utilizando incluso algún calificativo despectivo hacia la ciudad que no ha gustado a muchos vecinos, algunos de ellos amigos suyos. De pronto parece haber perdido la memoria y ha estado poco afortunada en no tener en cuenta la sensibilidad que tiene la gente con su pueblo. Los comentarios en corrillos y en redes sociales apuntan a que se ven las cosas de otra forma cuando ya no se tiene el mismo éxito o protagonismo en la zona, o cuando ya no abundan las personas que regalen fincas o hagan contratos artísticos con generosidad.

Son cosas que suelen ocurrir con más frecuencia de lo que parece, pero también es cierto que quizás se le de más importancia de lo que merece. Está claro que los personajes tienen su tiempo, pero terminan (al menos algunos) siendo efímeros mientras el mundo continúa su camino.

Otros empresarios intentaron tambien hace décadas atraer personajes que dieran prestigio a la zona. Lo hicieron los Goizueta cuando levantaban Guadalmina y quisieron que allí vivieran los duques de Windsor después de haber rechazado la corona de Inglaterra. También se les ofreció una parcela de terreno, pero la pareja británica quiso que además se incluyera la casa construida. Tantas pretensiones fueron rechazadas de plano. Después fue el banquero Ignacio Coca (según recoge el libro «Del principado al procesado», de Juan Carlos Reina) quien les regaló una parcela en La Reserva de los Monteros». Esta vez aceptaron el ofrecimiento y se marcharon a Francia prometiendo una rápida vuelta. Nunca lo hicieron, pero la finca la vendieron, dejando con dos palmos de narices al banquero. En fin, personajes.

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