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Ana Pérez-Bryan
Domingo, 2 de octubre 2022, 00:16
Si la vida pudiera resumirse en un puñado de fotos, las de la historia de la condesa alemana Gunilla von Bismarck se revelarían en el ... todocolor y el brillo de la Marbella de la 'jet-set', en esa década dorada de los 80, cuando un grupo de aristócratas – con ella a la cabeza– pusieron la Costa del Sol en el mapa y llenaron las portadas de medio mundo. Se revelarían también en el escaparate de un mundo que, desde fuera, pudo pasar por frívolo y superficial. Desde dentro, Gunilla no es nada de eso. Culta, exquisita y profundamente implicada en multitud de causas sociales, de aquella época quedan el gusto por los diseños imposibles y el color. Los de hoy, con los combinados flúor de su falda y un sombrero pintado a mano, contrastan con la sobriedad del salón principal del Marbella Club, que conserva intacto el legado de su fundador, y amigo, Alfonso de Hohenlohe.
«Aquí empezó todo», suspira mientras se acomoda en el sofá acompañada de su exmarido pero compañero inseparable Luis Ortiz, la otra mitad de una pareja con la que hizo de alma de la fiesta. La reina sin trono de Marbella vive a caballo entre su residencia de Istán, Suiza y Alemania, y apenas han pasado 48 horas desde el último sarao, una fiesta de dos días por el 90 cumpleaños del conde Rudi. Toca hacer memoria y Luis pide una ginebra con cola «y algo de picar». Para Gunilla, agua. «Sin gas». Otro mito derribado: «No bebo nunca».
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–¿Ni siquiera champán en las fiestas?
–Gunilla: Nada. No me gusta.
–Luis: Pues yo, el agua sólo para lavarme los dientes y tomarme los medicamentos.
–Los veo en forma, pero hace mucho que no sabíamos nada de ustedes
–L: Hemos estado escondidos por la pandemia.
–Y ahora, ¿cómo han cambiado las cosas?
–G: Muchísimo. La gente ha cambiado, la clase ha cambiado...
–L: ¡La gente se ha muerto!
–G: Sí, pero vas por Puerto Banús y lo ves. Los restaurantes están llenos, y eso está muy bien: llenos de gente muy guapa pero con la que no tenemos nada que ver.
–¿Sienten que esta Marbella ya no les pertenece?
–L: Es que antes llegabas a un sitio y conocías a todo el mundo, por ejemplo en el Marbella Club. Ahora llegas y no conoces a nadie.
–¿Son muy nostálgicos?
–G: No, para nada, porque nosotros seguimos el ritmo. Todavía tenemos muchos amigos que vienen de Suecia, Alemania, Francia, Italia... Y los de siempre, los españoles, siguen aquí. Esos no se han ido.
–Echarán de menos aquellas fiestas de la época dorada
–G: Sí, un poquito sí. Eran fiestas más elegantes, con más lujos. La Marbella de antes tenía más glamour. Ese ambiente familiar con el conde Rudi o Alfonso (Hohenlohe) ya no está más. Hay amigos nuevos, que son fantásticos, que hacen la misma vida que hemos hecho antes; pero ahora, como también se ha muerto Olivia Valere, ya no vamos a ninguna 'boite' (discoteca).
–¿Qué hizo falta para que en Marbella se hiciera el milagro de la 'jet-set'?
–L: Coincidimos aquí viviendo toda esa gente que nos conocíamos.
–G: Y nos hicimos amigos.
–Y pusieron Marbella en el mapa
–G: Bueno, eso fue la prensa, que vino aquí cuando supieron que Mel Ferrer y Audrey Hepburn habían comprado una casa, que venía el príncipe Rainiero de Mónaco con su mujer... La prensa se preguntó: ¿por qué va toda esa gente allí? Entonces había más periodistas que gente famosa, pero nosotros siempre nos hemos llevado bien con ellos. Bueno, al principio no, porque no sabían quién era yo, pero ahora me he hecho amiga de todos.
–Jaime de Mora, Alfonso de Hohenlohe, Adnan Khashoggi, el conde Rudi... Es que aquello era otra liga. Si habláramos de fútbol, la Champions
–L: Sí. Aquí te venías al 'beach' (se refiere al Marbella Club), veías a dos o tres y en un momento tenías organizado el verano.
–G: Era muy fácil. Ahora hay tanta gente...
–Por cierto, ¿de verdad Jaime de Mora les regaló por su boda unos dibujos de Goya falsos?
–G: ¡Sí, eso es verdad! (risas). Y eso lo ha hecho con mucha gente. Nos dio unos dibujos diciendo que eran de verdad, pero yo investigué inmediatamente y no lo eran.
–¿Dónde están esos dibujos?
–G: Los hemos tirado.
–En alguna entrevista la he escuchado decir que era usted la que movía «el cotarro» de las fiestas de la 'jet-set'
–L: Es que estábamos invitados siempre. Había peleas a ver quién hacía la mejor fiesta.
–G: Pero las mejores han sido las mías. Eran muy divertidas, venían muchos amigos de fuera... Hemos mezclado mucho a la gente.
–¿Eran tan locas como dice la leyenda?
–L: ¿Las fiestas? Ni drogas ni cosas de ésas que se dicen, había lo normal. Ni drogas por las mesas ni nada, eso es completamente mentira.
–G: (Mirando a Luis) Por las mesas no, pero claro que había. ¡Había un montón de droga! Yo era la única que no las tomaba, porque me parece demasiado peligroso y demasiado loco.
–L: La droga estaba en los baños. Yo no he ido a ninguna casa en la que hubiera bandejas de cocaína.
–G: Yo sólo estaba con mi agua, soy muy aburrida; lo sé. Y cuanto mayor me hago, más.
–L: Que no diga mentiras, ella es muy divertida. La 'rompecuellos' la llamo yo.
–G: (Le da un golpecito en la pierna a Luis). ¡No me interrumpas! Yo lo que sí tengo es un talento, que es abrirme a la gente. Soy yo la que va hacia ellos porque me interesa la gente: cómo van, cómo piensan, cómo funcionan... Y eso es una capacidad que por ejemplo dice mi hijo Francisco que él no tiene: él tiene otras y es fantástico como es. No hace falta que sea como su madre o como su padre, que se ríe con un chino que no ha visto en su vida en la discoteca de Régine. Eso sí, el chino a mí ni se me acercaba. Luis no habla mucho inglés y el chino no hablaba ni una palabra de español, y sin embargo se mataban de risa.
–¿Se ha devaluado mucho el concepto de 'celebrity'?
–G: Es que ahora no hay grandes famosos. A los de ahora no los conozco, entonces no son famosos.
–Ahora se les llama 'influencers'
–G: Eso es una cosa que no entiendo y además no quiero tener nada que ver. A mí me gusta la vida natural. Me encanta la naturaleza, la gente divertida, las canciones, la música, los animales... Y la gente que intenta cambiar el mundo, sobre todo en la época en la que vivimos, que es horrible. Por eso, para mí 'influencer' no es ninguna profesión, es un cachondeo. Yo no tengo una ocupación como tal, como la que me dice de 'influencer', o periodista, o cocinera. ¡Ni un huevo duro se hacer!
–¿Nunca ha cocinado?
–G: Nunca.
–L: Para eso estoy yo. Lo que ella no hace, lo hago yo. Por eso somos un equipo increíble.
–Sobre esa dificultad que tiene usted para definirse, le he contado a algunos de mis compañeros más jóvenes que venía a entrevistarla. Lo han tenido que buscar en Google...
–G: Pues les diría que soy una mujer muy abierta, especialmente con los jóvenes, hablo muy claro y mis principios son siempre rectos. Yo voy muy directa. Por eso decía antes que soy muy aburrida y conservadora, porque no hago cosas que los demás han hecho o están haciendo. Eso sí, me gusta divertirme: cuando tengo una cena simpática y productiva, me encanta. Y también hablar de cosas serias.
–¿Piensan que Marbella pagó un precio demasiado alto por la proyección constante y los excesos de aquella época dorada?
–L: No, no ha pagado ningún precio porque Marbella se ha convertido en una ciudad increíble y entonces era un balneario. Date cuenta que ahora, aquí, hay 150.000 votantes o más.
–A eso me refería. A la política y a la época de Jesús Gil
–L: Gil vino por culpa de los socialistas, porque ellos sí que iban a hundir Marbella. Y no pudieron porque entre otras cosas llegó él. ¿Que hizo y que no hizo? Eso ya es otro tema.
–¿Lo consideran responsable?
–L: Bueno, es que él hizo una Marbella global y vulgar. Que vinieran todos con tal de vender un piso. Lo que le pasó es que no se conformaba con eso y quiso entrar en Gibraltar, en Marruecos... ya quería hacerlo todo. Yo se lo dije: «Quédate sólo de alcalde». Pero no: metió al hijo de alcalde de Estepona, al otro en Ceuta. Decía que él acababa con la ETA y que conquistaba Gibraltar otra vez.
–¿Fue él el primer populista?
–G: Exacto. De todas formas, por volver a la pregunta de la 'jet set', ahora Marbella es una ciudad muy importante. Tenemos los mejores hospitales, los mejores médicos, los mejores hoteles, servicios... ha subido mucho el nivel, porque una ciudad no puede vivir exclusivamente de las fiestas en verano. Aquí son doce meses de trabajo. Por ejemplo, este verano la gente ha comprado casas como locos. Y eso es bueno.
–Quizás ahora las fiestas son más de puertas adentro
–G: Sí, totalmente. Ahora nos reunimos en algún restaurante, en un chiringuito o en algunas casas. Ya con 80 años no vamos de discotecas; además no me gusta la música que ponen, ni la gente. No me gusta cómo van vestidos. Por eso tampoco voy ya a Puerto Banús: la gente va muy vulgar y muy extraña.
–Antes de venir también he repasado la opinión de periodistas de la época y me he dado cuenta de que ustedes caen muy bien
–L: Somos conscientes de eso. Tenemos muchos amigos periodistas y nunca hemos tenido problemas con ellos. Y cuando los hemos tenido, por ejemplo con Antonio Burgos por un artículo, Gunilla llamó al periódico, consiguió hablar con él y citarle para que la conociera. Normalmente hacíamos una cena en verano para ellos: Raúl del Pozo, Julián Lago, Ignacio Camacho, Alfonso Ussía... O Carmen Rigalt y María Eugenia Yagüe. Algunos no eran fáciles de conquistar.
–G: Es que nosotros no somos pretenciosos. No pretendemos ser como no somos. Somos normales.
–Bueno, usted es hija y nieta de príncipes y bisnieta del canciller Otto von Bismarck. ¿Lo ha tenido todo fácil?
–G: Sí, pero no por ellos, sino por mi carácter. Yo nunca he dado problemas y siempre entendía a la gente que me atacaba. Pero sí es cierto que lo he tenido más fácil que otros.
–¿Por qué la atacaban?
–G: Por cómo vivía, por mis trajes, porque no me tomaba la vida en serio... Pero es que yo no voy a una fiesta para llorar, yo voy para reír y para hacer a los demás felices. Y luego la procesión va por dentro.
–¿Por qué llora usted?
–G: Por cómo está el mundo, me preocupa mucho. Tengo un hijo y dos nietos y no sé cómo van a sobrevivir. Nosotros ya tenemos muchos años y nos ha ido muy bien, y damos las gracias por eso, pero ellos...
–¿Y se puede vivir sin trabajar y no aburrirse?
–Sí. Eso sí, si tienes un talento, por ejemplo, para la música, deberías aprovecharlo; pero yo no sirvo para eso, sólo para ser feliz y para hacer a los demás felices, que eso también es muy difícil. Y también se me da bien aprender idiomas.
–Habla siete idiomas y estudió Ciencias Políticas en París. Con eso se puede defender de las críticas...
–G: Yo creo que la gente que me ataca es porque está celosa, no saben lo que hay detrás, pero la clave está en la educación que nos han dado mis padres, saber comportarse con la gente...
–L: Es que Gunilla tiene mucha disciplina. No hay quien le meta los dedos.
–Pues vayamos a una de ésas. ¿De verdad se enfadó Victoria Federica cuando vio que en una de las últimas galas del Starlite usted llevaba el mismo vestido que ella?
–L: Sí, se puso a llorar y se escondía, cuando lo más fácil hubiera sido hacerse una foto con ella. La diferencia es que Gunilla se compró el traje y a ella se lo dejaron.
–G: A mí eso me ha pasado muchas veces porque tengo un gusto un poco extraño y divertido, y nunca ha habido un enfado. Pero no quisieron que me acercara a ella para la foto. Si hubiera hecho lo que se esperaba de ella y se pone a mi lado no hubiera habido ningún comentario. Creo que es muy joven y que tiene que cambiar la actitud hacia la gente y hacia los periodistas que estaban ahí. La pobre no se da cuenta, por eso me encantaría cenar con ella una vez a solas y que hablemos seriamente de la vida, de los 50 años que nos separan... Tiene que aprender con amor.
–L: Tiene fama de que no es educada y de que se comporta muy mal. Está mal llevada, mal aconsejada, desde que es mayor de edad le han dejado hacer lo que quiera. Y el hermano es peor. No es una buena imagen. Y la madre, el otro día, enfrentada también a los periodistas...
–Porque no le dijeron 'doña' Elena. ¿Usted exige el 'doña' Gunilla?
–G: Nooooo (risas).
–L: El comportamiento del abuelo (Don Juan Carlos) tampoco ha ayudado. Aquí pasa lo de Inglaterra y ya no existe la monarquía. Ahora se está descubriendo todo lo que se le ha tapado al Rey y manda (no termina la frase)...
–Volvamos a las fiestas. Este verano han celebrado ustedes por todo lo alto sus '50 años de amor'. ¿No estaban divorciados?
–L: Hemos celebrado 50 años de novios.
–G: Sí, sí, de novios, porque estamos divorciados.
–L: Pero no nos hemos separado nunca.
–¿La vida es mejor divorciados?
–G: Mucho mejor, porque te da una libertad que puedes aprovechar sin tener mala conciencia.
–L: Es increíble que llevemos 50 años juntos. Es una vida entera. Y seguimos tocándonos, ella me pega (risas)...
–G: Sólo cuando me interrumpe, no lo aguanto. Luis tiene unos ojos bonitos, yo lo quiero mucho. Siempre hemos estado bien, no nos vamos a pelear delante de todo el mundo.
–¿Y cómo son como abuelos?
–G: Luis es mejor abuelo que yo abuela. Yo soy más estricta. A mí no me gusta la mala educación, y cuando mi nieto interrumpe la conversación que yo tengo con mi hijo le digo '¿tú no ves que estoy hablando con tu padre?'. Tienen que aprender a hablar, a tener una conversación, no comer apoyando los codos... Lo siento pero soy muy estricta. Ahora con los nietos y antes con mi hijo. Y mi hijo ha salido como una bomba. Es fantástico.
–Él, sin embargo, no ha sido carne de prensa rosa
–G: No, no, no le gusta. Él trabaja mucho, ha ido a Harvard y tiene otra vida.
–L: Siempre ha sacado matrícula de honor.
–¿No les ha dado nunca un problema?
–G: Nunca. No bebe, no fuma, no toma drogas. Y deportista.
–Entonces como usted
–G: Sí, ya Luis ha tomado por los dos.
–L: Yo he tomado por todos (risas).
–G: ¿Y tu salud cómo va? (A Luis).
–L: Me están cuidando muy bien en el Hospital Costa del Sol. Es fantástico.
–¿No tiene seguro privado?
–Sí, pero a mí me están curando el cáncer de próstata en la Seguridad Social. Y si tuviera que pagarlo, me habría muerto. No fallan nunca, y una amabilidad y una dulzura... Las enfermeras, los médicos. Yo voy los martes y los sábados a diálisis y es fabuloso. ¿Que he tenido suerte? Pues yo que sé.
–G: Sí, en conocerme, ¿eh, niño?
–L: ¡Tú, que me has 'pescao'!
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