Lagunillas pinta su ruta del arte
Sugerentes grafitis, nuevos estudios artísticos como El Cosmonauta o Los Interventores y una webserie sobre el barrio dan vida cultural a estas calles que renacen a golpe de intervenciones urbanas
Francisco Griñán
Domingo, 11 de octubre 2015, 01:21
Iba deprisa. Caminando al paso, pero lo que leyó de refilón en una pizarra de la pared la detuvo en seco. Se giró y comprobó ... que no se había equivocado: «Es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa». La frase le llegó al alma a Dita Segura. Sobre todo porque nacía del alma de un barrio olvidado y en tierra de nadie, entre el centro y la Victoria, que pedía a gritos un poco de color. Aquella pintada en tiza dio paso después a unos murales en calle Huerto del Conde, a continuación a un sonado grafiti del cantaor El Cantinero en calle Lagunillas y así hasta más de dos decenas de obras de arte urbano que fueron contagiando el barrio hasta cambiarle la cara. Una cosa llevó a lo otra y los creadores no solo pintan mucho en estas calles, sino que se han venido a trabajar y a vivir a la zona. Estudios creativos como El Cosmonauta o Los Interventores se han mudado al vitalista barrio que ha hecho del grafiti un símbolo de su renacimiento.
gráfico
Mapa interactivo del arte
gráfico
La alfombra roja de Lagunillas
«Dita me llevó a dar una vuelta por el barrio, vi la casa abandonada y tapiada de Lagunillas y pensé que allí podía pintar un personaje típico de Málaga», explica el artista José Luis BorgArt, al que el popular artista callejero Cantinero de Cuba le quedó que ni pintado, con esa expresión de desgarro de la voz tan de este cantante. «La verdad es que me quedé sorprendido de la respuesta entusiasta de la gente», reconoce el grafitero, que de pronto vio como las peticiones de nuevos murales se le acumulaban. Aquello fue en octubre de 2014 y, un año después, la huella de 'Tenis' -su firma en las fachadas-, está en siete de los murales del itinerario artístico de Lagunillas. Un apodo que no es solo una rúbrica, sino también la marca de la casa: «Me encantan las zapatillas de deporte». De hecho, ha calzado varios pares en los muros del barrio. Retratos en los que no oculta su predilección por esa especie de flecha del logotipo de 'Nike'. «Es que dan mucho juego», afirma el artista al que también le gusta vestir esta marca. Se ve que también son cómodos de llevar.
Libertad para pintar lo que le gusta y numerosos muros de solares, casas abandonadas y negocios cerrados suponen una llamada muy fuerte para BogArt. Pero hay algo más. «Este barrio humilde es como un pequeño pueblo en el corazón de Málaga y se ha convertido en un Soho de verdad en el que los artistas están utilizando sus paredes para darle color, transformarlo y vivirlo», sostiene el grafitero, que asegura que las paredes de Lagunillas son como un gran cartel de 'Disponible' para todo aquel que las quiera decorar. De hecho, los artistas urbanos Dadi Dreucol, Doger, Onze, Lalone, Elalfil o MCap también han dejado su 'aquí estuve yo' en los muros en forma de murales. Tenis invita a otros artistas a completar la galería de personajes ilustres que él mismo ha alimentado con un gran mural del Mocito Feliz, también en Lagunillas, o su homenaje al recientemente fallecido Pepito Vargas, que es imposible no mirar cuando se pasa por Huerto del Conde. «Algunas veces pongo yo la pintura y otras se hacen colectas o fiestas en el barrio para recaudar dinero y comprar pintura», señala el BorgArt, que ya está pensando en su próxima modelo: «Carmen, una gitana de 90 años que en el barrio la conoce todo el mundo. Se lo merece».
Esa veintena de grafitis son el resultado del movimiento artístico-social que nació hace unos años y que tiene una de sus máximas expresiones en la Asociación El Futuro está muy Grease. «Nos encantan los juegos de palabras y, un día, encontramos en un contenedor el cartel del famoso musical de John Travolta que habían tirado después de representar la obra en el Teatro Cervantes, por lo que lo cogimos para reciclarlo y dar nombre a nuestro colectivo», explica Dita Segura que, tras conocer a la autora de la pizarra cargada de mensajes, Concha Rodríguez, acabó mudándose a Lagunillas. Ambas idearon y crearon incluso a su personaje ya famoso en el barrio, Lagunilla Von Bismark, que asoma su melena rubia y su cara de trapo en la concurrida tienda de segunda mano de Concha, en calle Vital Aza.
«Es que este barrio tiene alma», asegura la ahora vecina y directora de cortos, Dita Segura, que, junto a Antonio Vázquez -conocido por sus reivindicativos y divertidos vídeos de 'Malaguistán'-, está diseñando una webserie sobre las personas populares y la vida del barrio. Entre esos rostros imprescindibles no faltará el de Miguel Chamorro, gran dinamizador del barrio a través de la ong Fantasía en Lagunillas. «Muchos de los artistas que han venido y yo misma estamos aquí, gracias a su labor», sostiene Segura, mientras señala el grafiti -no podía ser menos- que inmortaliza al instigador lagunillero junto a la explanada recién recuperada para el barrio. Su nombre lo dice todo: Plaza de la Esperanza. Un poco severa en verano ya que no tiene una sombra ni un árbol, pero al menos ya la tienen, confiesan en el barrio.
Entre esos creadores que han encontrado refugio y albergue en estas calles están los miembros del estudio Los Interventores -Javier Hirschfeld y Alfonso Silva-, que se han mudado a la zona fronteriza del pasaje Conde Cienfuegos, donde se encontraba precisamente el colectivo Espacio Cienfuegos. No son los únicos, ya que el pasado mayo se inauguró el Taller Creativo El Cosmonauta, un coworking en el que colaboran Matías Murillo, que ha hecho del reciclaje creativo su forma de vida; Daniel Vega, un artesano que trabaja la madera de pita, o Claudia Rouges, que está poniendo en marcha talleres para los chavales del barrio. Además, han hecho de la ruta de los grafitis, toda una experiencia para visitantes que antes no se atrevían a poner un pie en estas calles. «Nos lo pidieron unos guiris y ahora organizamos tours fotográficos para extranjeros por los grafitis del barrio», señala Murillo, que rompe con la imagen de calles peligrosas de la zona. «¡Que va!, es un entorno muy amable, con un gran ambiente creativo y, además, a un paso del centro», asegura el artista al que un vecino de Vital-Aza le interrumpe entrando en el estudio para darle la razón: «Mira, coge al perro que te lo van a regar», le avisa, a lo que Matías Murillo responde de un salto para introducir en el taller al tranquilón Pancho -el nombre le viene que ni pintado- antes de que la manguera de Limasa le pase por encima.
Frente al estudio cosmonaútico, que muestra bañeras recicladas en sillones y tambores de lavadora disfrazados de lámparas, se encuentra la asociación-taller La Bici Guapa, todo un punto de atracción para los jóvenes ciclistas del barrio, y, junto al lado, la pizarra ante la que se detuvo hace un par de años Dita Segura. El mensaje ahora ha cambiado. Dice: «El arte no busca espectadores, el arte busca testigos cómplices». «Eso es lo que nos ha pasado a nosotros. Pasábamos por aquí y nos acabamos enamorando», admite la cineasta, que remacha: «Si algo sobra en Lagunillas es arte». Solo hay que mirar en sus muros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión