Richard Alcayde: «Hemos servido desde espetos de sardinas a Alejandro Sanz hasta tortilla de patatas a Seal»
El chef ejecutivo de Starlite cuenta lo que supone dirigir la oferta gastronómica del festival marbellí, al mismo tiempo que capitanea junto a otros tres socios el restaurante Hacienda Alakrán, sin descuidar sus asesoramientos con La Kocina Gastrolab
Richard Alcayde cumplía hace unos días los 45. De ellos, lleva 32 años entre fogones. Puede hablar con conocimiento de causa. Y cuando habla, sin ... darse cuenta, da lecciones magistrales. De cocina, pero sobre todo de gestión. Porque este malagueño arraigado a Torremolinos no sólo domina producto y técnica, además se ha especializado en el asesoramiento gastronómico. En él se ha curtido con su socio Jordi Bataller a través de La Kocina Gastrolab, marca con la que organiza la parte culinaria del salón anual HyT, entre otros muchísimos proyectos dentro y fuera de España.
Casi ya olvidado su paso por 'Top Chef', hace un año abría Hacienda Alakrán junto a Miguel del Valle, Álvaro Redondo y Miguel Ruiz. Y, desde hace una década, capitanea la oferta gastronómica del festival Starlite en Marbella. Allí dirige cinco restaurantes y once líneas de negocio en alimentación. A eso se suma Starlite Madrid.
–Más de uno te envidiará estos días...
–¿A mí?, ¿por qué?
–Por codearte con el artisteo y el famoseo.
–Quien me envidie que se venga tres días conmigo y eche 13 o 14 horas diarias, ya verás cómo se le quita la envidia (risas).
–Alguno creo que se ha animado...
–Sí, hay cocineros que me han pedido venir a pasar un día con nosotros. Desde Iván Cerdeño hasta Mario Sandoval. Quieren vivir desde dentro cómo es la experiencia y cómo se organiza todo esto. La verdad es que esto es muy chulo, pero es como ir a Eurodisney un día o dos o trabajar allí. Yo suelo llegar sobre las dos de la tarde y me voy a las tres de la mañana.
–Y eso que eres el jefe.
–Precisamente por eso (risas). Nadie me pone horario, lo marco yo, pero las necesidades mandan y este es el que creo que debe ser.
–Bueno, sarna con gusto...
–Totalmente. Este es mi décimo año en Starlite y el balance no puede ser mejor. Este verano, además, el cartel es más internacional.
–¿Y eso se nota en las mesas?
–Pues la verdad es que el público depende de quien cante. Nada que ver cuando viene Tom Jones a cuando viene Jhayco. Por ejemplo, Raphael llenó el auditorio y todos los restaurantes. Según el perfil de público, podemos hacer una estimación de quién va a cenar o quién se va a quedar en la discoteca después del concierto.
–Entre ellos también muchas caras conocidas, ¿no?
–Sí, claro, muchos vienen a cenar a los restaurantes. Hay un ambientillo muy chulo, la idea es que la gente nos vea como una oferta independiente a los conciertos, que puedas venir a cenar sin ni siquiera saber quién canta ese día. También damos servicio en algunos palcos y preparamos las peticiones para los camerinos.
–Y en todos estos años, ¿quién te ha sorprendido más?
–Es difícil, pero lo que te puedo decir es que las grandes estrellas son más sencillas que los más nuevos, que hace cuatro días estaban muertos de hambre y ahora te piden de todo. Es como el que nunca ha ido a un hotel bueno y se mete en el bufé, arrasa.
–¿Por ejemplo?
–No, no, eso se queda para nosotros (risas).
–¿Y algo que se pueda contar?
–Es que hay muchas peculiaridades, pero te puedo decir que hemos servido desde espetos de sardinas a Alejandro Sanz hasta tortilla de patatas a Seal, o mucha fruta para Europe antes del show y 12 pizzas variadas para después.
–¿Hay alguien que te gustaría que volviera o que viniera?
–A mí me encantaría que volviera Lenny Kravitz, me gusta mucho. Al final ya estos son gustos personales. Pero es complicado por el caché. No es lo mismo un espacio con capacidad para 80 o 90.000 personas que este para 3.800.
–Pero no todo es rentabilidad...
–Eso es. Hay artistas necesarios para que tu cartel suene y siga siendo el mejor festival boutique del mundo. Puede ser Lenny Kravitz, Luis Miguel como el año pasado o Marc Anthony y Will Smith este.
«Si no me gusta un restaurante, nunca lo diré en redes, con no volver es suficiente»
–¿Y a ti te quedan ganas de festivales?
–Lo que no me queda es tiempo (risas). Tú me conoces, Marina, yo vivo en un apure continuo. Cuando termino algo ya me tienen enganchado con otra cosa.
–Pero algún respiro o algún hobby tendrás...
–A mí lo que me encanta es irme a hoteles buenos por ahí, viajar, pero sólo lo puedo hacer en franjas muy cortas de tiempo y no cuando todo el mundo. En diciembre y enero estoy con Starlite Madrid; en febrero no puedo porque tengo el Salón HyT; en marzo-abril ya empiezo en Marbella otra vez... O sea que tiene que ser octubre o noviembre, y ya en esa época el niño tiene colegio, así que no me puedo ir muchos días.
–¿Y cuando sales eres un cliente exigente?
–Pues yo, a la hora de valorar lo que está bien hecho, soy el que más te lo va a valorar y el que más se va a dar cuenta de los fallos también. Pero soy un tío normal, a mí, si me encanta el restaurante, te lo voy a decir y si no me gusta, lo que no haré es volver, pero nunca te voy a montar un pollo, y es muy probable que ni diga nada. Si he comido bien, sí lo suelo decir en el restaurante y publicar reseña. Me gusta poner en valor el trabajo y el esfuerzo que se hace. Lo que está mal, en redes nunca, a menos que haya sido un despropósito y que el tío se te haya puesto farruco. Si no, con no volver es suficiente, tampoco voy a ponerle zancadillas a nadie porque yo me he visto en mil historias y a lo mejor el fallo es del personal, puede que el empresario se esté esforzando por hacerlo bien y de repente un mal empleado te lo tira por tierra.
–Y entre lo último que has probado, ¿alguna recomendación?
–En Madrid, me han gustado mucho Lana, Otoro o Ugo Chan, e Iván Cerdeño en Toledo. Y luego por aquí me volvió loco Bar FM, en Granada, y por Málaga, Chinchín Puerto me encantó, lo están haciendo muy bien, como Parador Playa. Oye, y el que me ha flipado últimamente es Hacienda Alakrán en el Puerto de la Torre (risas).
–Momento cuña publicitaria...
–Total (risas). Estamos muy contentos, está funcionando muy bien, así que hay que barrer para casa.
–Hablando de casa, en la tuya pararás poco, ¿no?
–Estos meses, poquísimo. Mi hijo, que está ahora sin cole, me pregunta: ¿no puedes llegar un poquito más tarde? Es que me voy a las doce y media y vuelvo a las cuatro de la mañana...
–De comer entonces ni hablamos...
–Ufff, complicado. Porque, además, de los cien kilos que perdí recuperé 40 y ahora de esos he bajado 30, pero me quedan 10.
«La dieta es un 80% de mente; yo cuando estoy con la chaquetilla no pienso en comer»
–Pero no tiene que ser fácil teniendo siempre comida delante.
–Te mentalizas. Yo hago ayuno, puedo comer hasta las cinco de la tarde. Llego aquí y como un poco de pavo, fruta y listo. La dieta es un 80% de mente. Cuando estoy con la chaquetilla, en modo trabajo, mi cabeza hace clic y no pienso en comer.
–¿En qué piensas?
–Te concentras en el trabajo. También te digo que, en general, cada vez pienso más a corto plazo, día a día. Me han propuesto muchos proyectos, incluso fuera de España y hasta recuperar Med, pero tiene que ser algo que me convenza. De todas formas, estoy en un momento en el que no me cierro puertas. De hecho, me atrae más algo así, que montar algo por mi cuenta. Creo que hay una necesidad de perfiles como el mío y me apetece aportar ese conocimiento.
–¿Y aquella idea de un restaurante en Torremolinos?
–Hombre, en un futuro me gustaría tenerlo, pero algo pequeño.
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