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María Toledo: «Cuanto mejor comes, mejor cantas»

María Toledo: «Cuanto mejor comes, mejor cantas»

«El sabor del escenario es siempre dulce. Es la guinda, ya no del pastel, sino de la vida. No me veo haciendo otra cosa que no sea cantar»

CARMEN ALCARAZ

Viernes, 7 de octubre 2016, 23:42

María llega risueña. Contenta de estar en la ciudad promocionando el que será su primer concierto en solitario en el Teatro Cervantes. Viene de varios encuentros y tiene que marcharse a seguir cumpliendo una agenda complicada que, sin embargo, parece no pesarle. Está enamorada de lo que hace y eso se nota. Cuando habla del cante, de su profesión, su voz adquiere un tono intenso, como procedente de una dimensión profunda de su ser a través de la cual puede dar lo mejor de sí misma. «Para cantar flamenco hay que nacer. Puedes formarte en los cantes, aprender la construcción y elaboración de cada palo, pero el arte sale de dentro».

Licenciada en Derecho, llegó a ejercer como abogada, aunque nunca quiso que se convirtiera en su profesión. «Estudiar era el precio que había que pagar para poder cantar, y desde luego lo he pagado gustosa. Aunque haya sido complicado, me alegro de haber tenido unos padres tan exigentes, eso me ha ayudado mucho en la vida». Los costes de poder dedicarse al espectáculo a los que alude, no parecen poca cosa. Con ocho años inició sus estudios de piano en el conservatorio y, tras formarsedoce años esta especialidad, continuó con otros cuatro de flamenco. Cuando se le pregunta cómo es posible compaginar tantas cosas, la artista responde con serenidad: «llevando una vida muy disciplinada. Yo no he tenido excesos nunca. No sé lo que es un botellón o un fin de semana de escapada con las amigas. He salido, pero a formarme y a escuchar a los cantaores, con mi grabadora. Porque subirme a un escenario era mi meta, y nunca me ha pesado renunciar a nada para ello».

Este aplomo se refleja en su modo de cantar, por lo que no es de extrañar que, pese a su juventud, haya sido nominada en dos ocasiones a los prestigiosos premios Grammy Latinos, la última ocasión por su último trabajo, 'Magnética', que presentará el 9 de octubre en el teatro malagueño. «La nominación sirve para saber que estás haciendo las cosas bien. Pero al final todo se basa en el trabajo, y hay que seguir trabajando». Y ella lo hace encima, detrás y debajo del escenario, no por necesidad, sino por naturaleza. «Estoy pendiente de cada detalle. De dónde se quedan los músicos, porque no quiero que estén en malas condiciones; del rider de luces; del sonido; de que esté bien anunciado el concierto.delego cuando hay que delegar, pero una madre no delega a su hijo, se preocupa de que coma, que vaya bien vestido y al colegio que le gusta. Pues para mí esto es lo mismo».

Mientras habla de esto, sube a sus redes sociales unas fotos de su día en la ciudad y recuerda a sus fans la cita ineludible el próximo domingo. A pesar de esta interacción, es consciente de los peligros de esta nueva tecnología. «Las redes sociales sirven para que la gente sepa que existes. Han democratizado la escena porque antes todo se hacía a golpe de talonario. Pero por otro lado resta comunicación. Al final estás más pendiente del móvil que de la persona que tienes al lado, nos aísla». Aun así es capaz de vencer la tendencia y aparcar el aparato cuando nos sirven los entrantes, una deliciosa ensaladilla rusa y buchones de rosada adobados.

Sencilla y cercana, una artista sin disfraz

Apadrinada por Rafael Amargo y por María Jiménez, María ha compartido escenario con artistas consagrados como Miguel Poveda, Manolo Sanlúcar o Pepe Habichuela, e incluso llegó a cantar en la última grabación de Rocío Jurado. «De todos he aprendido un poco. Rafael y María me han ayudado mucho. Con Franco De Vita canté en el Palacio de Deportes de Madrid y en Palau de Barcelona, y bueno, con cada artista he tenido una experiencia diferente. He aprendido que ellos han tenido también que luchar por lo suyo y que nadie regala nada. ¡Algo tendrá el agua cuando la bendicen!».

Continuamos el festín con buñuelos de bacalao con miel de caña y unos rollitos de col rellenos que, aviso a Antonio, me harán volver en más de una ocasión por allí. En este terreno María se sincera. «Nunca hago dietas. A veces estoy más delgada y otras más gruesa, pero no me obsesiona. También es cierto que tengo una constitución agradecida y desde pequeña he practicado deportes. Ahora voy cambiando, a veces hago spinning, otras pilates, yoga.y salgo a correr cuando puedo porque me gusta».

Se define comilona y no se priva de caprichos, ni siquiera cuando tiene que subirse al escenario. «Cuanto mejor comes, mejor cantas. Hay que comer bien y en cantidad, porque si pasa algo al menos te vas con la tripa llena». Confiesa que no siempre ha podido cumplir esta máxima a causa de los nervios, pero tras un incidente en el que se mareó durante una actuación, ahora lo lleva a rajatabla.

Después de este alegato, llama la atención descubrir que, si bien la comida es su pasión, siente profunda aversión por la cocina. «No me gusta cocinar. En mi nevera no hay de nada. Cuando tengo que preparar algo, se me quita el hambre.».

Pasión por el escenario

«El sabor del escenario depende de la canción, pero siempre es dulce. Es la guinda, ya no del pastel, sino de la vida. No me veo haciendo otra cosa que no sea cantar». Por eso lo da todo en cada actuación, en la que sorprende al público acompañada con su piano, una singularidad que se ha convertido en marca de la casa. «El cantar y tocar a la vez fue una casualidad. María [Jiménez] me instó a hacerlo en una ocasión e Ismael Guijarro, de Warner, apostó por mí en este sentido». Desde entonces no se separa de este instrumento, que la acompaña en todos los conciertos para regocijo de su público, que destaca por su heterogenia. «Mis fans tienen entre 12 y 40 años. Es fabuloso porque van en muchas ocasiones madres y padres con sus hijos. De hecho una señora me comentó que su hija antes escuchaba Gemeliers y ahora me escucha a mí, y que ella está encantada». Mientras dice esto ríe satisfecha, contenta de haber llegado donde está y de saber el camino que le queda por recorrer. Pero no está sola. Le acompaña una legión de seguidores que ya casi han agotado las entradas del teatro y que esperan con ansia la llegada del próximo domingo en el que María volverá a demostrar que 'Magnética', es mucho más que el nombre de su disco.

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