Mientras en esta orilla del Mediterráneo tratamos el agua como si fuera un recurso ilimitado, en la oriental, donde la escasez es una vieja fuente ... de problemas incluyendo enfrentamientos bélicos y crisis sociales, se desarrollan iniciativas que un día pueden ser vitales para toda la humanidad. Una de las entidades en este camino es The Arava Institute for Environmental Studies, auspiciada por científicos israelíes y jordanos para promover la cooperación regional en asuntos medioambientales. Entre sus líneas de investigación está la recuperación y estudio de plantas de zonas áridas, empezando por las autóctonas, empleadas en la antigüedad como alimento, medicina y guardianas del ecosistema, y hoy olvidadas o consideradas extintas. En trabajo de recuperación de plantas antiguas se han identificado y reproducido variedades de pistachos o higueras capaces de subsistir sin apenas agua y se ha promovido el cultivo del argán, planta usada en zonas secas de Marruecos, cuyo aceite es muy nutritivo y tiene múltiples aplicaciones cosméticas. Pero la hazaña que ha catapultado la institución a la fama ha sido resucitar una variedad de palmera extinguida hace siglos, y además, hacerlo a partir de una semilla de 2.000 años de antigüedad, perteneciente a una antigua provisión de dátiles de la Palmera de Judea (así se llama) hallada en una excavación arqueológica en los años 60. Las semillas estaban en buen estado, y en 2005, los investigadores probaron a germinar algunas. De una de ellas nació 'Matusalén', una palmera que realiza la fantasía de 'Parque Jurásico'. Posteriormente se lograron seis semillas más de palmeras macho y hembra de la especie, y en 2020 sucedió algo mágico: se recogió la primera cosecha de 111 dátiles y se hizo una cata. En próximos años se espera ofrecer esta singular experiencia agro-gastronómica a visitantes para promocionar y mantener el proyecto.
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