La ilusión de los malaguistas en Vallecas quedó rota en muy poco tiempo. En apenas 20 minutos, los de Pellicer se encontraron con un marcador que ni los más pesimistas podían vaticinar: 2-0 merced a un más que dudoso penalti, con tres minutos de deliberación, lo que deja claro que no era ni mucho menos una jugada clara. Apenas un par de jugadas después, un centro de Isi (verdadera pesadilla junto a Álvaro García de los blanquiazules) fue rechazado por Juande, pero lo único que hizo fue batir a un desesperado Dani Barrios. Con tal desventaja el Málaga se fue diluyendo como un azucarillo en manos de los vallecanos, que a partir de ese momento jugaron a lo que debe hacer un equipo con el marcador tan a favor: controlar y contragolpear. Los extremos locales traían en jaque a los laterales malagueños, que no atinaban a verlos por ningún lado. Los ánimos desde el banquillo apenas consiguieron elevar la moral de una tropa que llegaba al sótano, y razones no le sobraban para ello. Porque lo peor no era el 2-0, sino la manifiesta imposibilidad de generar peligro de los de La Rosaleda. Así, la cosa no llevaba muchas trazas de variar a favor, sino más bien todo lo contrario.
Quedaba, eso sí, la ilusión de la remesa ofensiva llegada esta misma semana, y Pellicer ni lo dudó: todos al césped: Chavarría, Jozabed, Orlando Sá, Jairo... Pero el desgarro era muy grande, y conforme pasaban los minutos se veía con claridad la falta de conjunción y conocimiento de los malaguistas, que tenían una noche de esas en las que no sale nada.
Con un claro balance favorable a los madrileños en ocasiones, que se sucedían una casi tras otra, llegaron dos goles más, concluyendo la cosa con un doloroso 4-0, y la pena de que dos malagueños nos hicieron los dos tantos finales. Lo que faltaba en el despropósito de Vallecas también se daba... Ni somos tan malos ni éramos tan buenos. Hay que mantener la fe en este equipo, pero hay que pasar página lo antes posible. ¡Vaya noche!
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